ATRIOS
SALMO 84:1,2 Qué bella es tu morada, oh Señor de los Ejércitos Celestiales. Anhelo y hasta desfallezco de deseo por entrar en los atrios del Señor. Con todo mi ser, mi cuerpo y mi alma, gritaré con alegría al Dios viviente. (N.T.V.)
© Con fervor y ansia debemos anhelar los atrios, el santuario del Templo de Dios.
© ¿Qué es la Iglesia para ti? Un sitio de aburrimiento o un sitio de solaz y esparcimiento. (Leer todo el Salmo 84)
Para el salmista el santuario era el sitio más anhelado y por ello escribe lo que quiero sea para mí una realidad en este día. El salmista dice: "Cuan hermoso es tu santuario, Señor Todopoderoso". Hermoso no por el edificio, sino porque la presencia de Dios lo llenaba. "Con que ansia y fervor deseo estar en los atrios de tu templo". Para el salmista el estar en la presencia de Dios le producía ansia y fervor. El salmista un día se quedó observando el templo y mientras observaba el lugar y sentía la presencia divina, entonces exclamó: "Aún el gorrión y la golondrina hallan lugar en tus altares, donde hacerles nido a sus polluelos, Oh Señor Todopoderoso, Rey mío y Dios mío" (Vs.3). Así mi alma encuentra reposo en el Señor y ese reposo sobrepasa todo el entendimiento humano y me lleva a una nueva dimensión espiritual.
Este es un mundo lleno de convulsiones y dificultades y el único lugar donde puedo hallar reposo para mi alma es en los atrios del Señor. Allí su paz me inunda y su reposo me abriga. Una nueva fortaleza me cubre y entonces puedo decir con el salmista: "Felices los que viven en tu templo y te alaban sin cesar. Felices los que en Ti encuentran ayuda, los que desean peregrinar hasta tu monte" (Vs.4-6). El clamor sediento del salmista despierta en mí la misma sed, cuando leo que él dice: "Más vale estar un día en tus atrios, que mil fuera de ellos" (Vs.10). "Prefiero ser el portero del templo de mi Dios, que vivir en lugares de maldad. Porque Dios el Señor nos alumbra y nos protege, el Señor ama y honra a los que viven sin tacha, y nada bueno les niega. Señor Todopoderoso, Felices los que en Ti confían" (Vss.11, 12). Ese clamor sediento del salmista toca mi espíritu y uno mis fuerzas a las de él en este día para anhelar el estar en este día en los Atrios de Dios.
© Esos atrios alimentan y sustentan y dan fuerza al corazón.
CONFESIÓN DE FE:
HOY QUIERO SENTIR BROTAR DE MI ALMA ESA ANSIA Y ESE FERVOR. SI ESA ANSIA Y ESE FERVOR ESTÁN EN MI CORAZÓN ENTONCES COMO RESULTADO CON TODO EL CORAZÓN CANTO ALEGRE AL DIOS DE LA VIDA.
ORACIÓN:
Padre Celestial, Jehová El Shaddai, El Poderoso de Israel (Salmo 132:5). Señor Jesús, gracias por tus bondades y gracias por permitirme llegar hasta tus atrios. Tus atrios me sustentan y me sostienen. No hay lugar más precioso que el lugar de tu santuario. Allí mi alma angustiada encuentra paz, allí mi espíritu sediento bebe del agua cristalina que mana de tu altar. Esa agua cristalina reanima mis fuerzas y me hace andar con pie seguro aún en terreno resbaladizo. Eres mi socorro y mi refugio eterno y seguro, y solo Tú me sostienes. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo, porque cuando mi espíritu tiene sed puedo llegar a tu altar y allí encontrar el agua que salta para vida eterna. Amén.
Juan Manuel Lamus O.