MISIONEROS
HECHOS 13:1-5 Entre los profetas y maestros de la iglesia de Antioquía de Siria se encontraban Bernabé, Simeón (llamado "el Negro"), Lucio (de Cirene), Manaén (compañero de infancia del rey Herodes Antipas) y Saulo. Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado". Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron. Entonces Bernabé y Saulo fueron enviados por el Espíritu Santo. Descendieron hasta el puerto de Seleucia y después navegaron hacia la isla de Chipre. Allí, en la ciudad de Salamina, fueron a las sinagogas judías y predicaron la Palabra de Dios. Juan Marcos fue con ellos como su asistente. (N.T.V.)
© Acerca de nuestra tarea misionera.
Pablo y Bernabé fijaron el patrón para el trabajo misionero de la iglesia cuando obedecieron el llamado de Dios de lanzarse a la tarea. El cuerpo local de creyentes, los que se quedaron para predicar de Cristo a sus vecinos y amigos, equiparon a estos hombres para el viaje.
Lo hicieron por las mismas razones que se aplican hoy día:
1. La condición espiritual de la humanidad.
Romanos 1:21-32 describe a este mundo pecador. El pecado desenfrenado conduce a las personas a una pendiente resbaladiza que los lleva a tener una conciencia depravada y, al final, una mente incapaz de discernir lo correcto.
2. La provisión espiritual de Dios.
El Padre Celestial respondió a la condición de la humanidad con su gracia al enviar a su Único Hijo, Jesucristo, para salvarnos. Cristo llevó en la cruz el pecado de todos nosotros: los vivos, los que ya murieron, y los que nacerán. La oferta de salvación es para todos; la gracia de Dios es ciega a raza, religión y color (Romanos 10:12). Quienes creen en Cristo tienen perdonados sus pecados, y pasarán la eternidad con Él.
3. La comisión de Jesucristo.
Hechos 1:8 dice que recibimos el Espíritu Santo para que podamos dar un testimonio eficaz a quienes necesitan salvación. Notemos que no debemos ir sólo al lugar donde vivimos y trabajamos, sino a todo el mundo, donde hay personas esperando escuchar las Buenas Nuevas. El mensaje debe ser llevado lejos y de prisa.
El propósito de la iglesia es adorar y testificar. Algunos irán y otros enviarán, pero todos estamos llamados a la tarea de difundir el Evangelio. No se trata de una sugerencia; es una orden (Mateo 28:19).
CONFESIÓN DE FE:
LOS CREYENTES DEBEMOS INVOLUCRARNOS EN LA LABOR MISIONERA, POR ESO COMPARTIRÉ EL EVANGELIO DE LA SALVACIÓN, HACIÉNDOME OBEDIENTE A LA GRAN COMISIÓN, QUE JESÚS NOS ENCOMENDÓ, Y SENSIBLE A LA NECESIDAD DEL MUNDO.
ORACIÓN:
Señor Jesús, El Yeshuati, Dios de mi Salvación (Isaías 12:2). Dios y Señor mío, Adonai, Rey de reyes y Señor de señores, Tú mismo eres la fuente de salvación y quieres salvar a tu creación; es por eso que cada individuo debe personalmente conocerte como "el Dios de Mi Salvación"; yo estoy consciente de eso y por lo tanto me propongo, como estilo de vida, predicar tu evangelio, llevar las buenas nuevas de salvación a todo aquel que no te conozca y sea puesto en mi camino. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por darme la oportunidad de servirte obedeciendo "La Gran Comisión" a la que me has llamado. Amén.
Juan Manuel Lamus O.