jueves, 10 de mayo de 2018

JUVENTUD VS. EDAD

 

ISAÍAS 55:8-13"Porque mis pensamientos no son sus pensamientos ni sus caminos son mis caminos, dice el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así mis caminos son más altos que sus caminos, y mis pensamientos más altos que sus pensamientos. Porque como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven allá sino después de haber saciado la tierra y de haberla hecho germinar, producir y dar semilla al que siembra y pan al que come, así será mi Palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que Yo quiero, y será prosperada en aquello para lo cual la envié. Ciertamente, con alegría saldrán y en paz se irán. Los montes y las colinas irrumpirán en cánticos delante de ustedes, y todos los árboles del campo aplaudirán. En lugar del espino crecerá el ciprés; y en lugar de la ortiga, el mirto. Esto servirá de renombre al Señor, y de señal eterna que nunca será borrada". (RVA'15)

 

♥ De la juventud vs. la edad.

Cuando Abraham tenía noventa y nueve años de edad, Dios le prometió que su esposa tendría un hijo el año siguiente. La Biblia registra la respuesta de Sara a la noticia: 

-      "Por eso, Sara se rió y pensó: ¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?" (Génesis 18:12 NVI). 

Su risa escéptica indicaba que no esperaba que el Señor cumpliera su promesa. El año siguiente, cuando la promesa se cumplió con el nacimiento de Isaac, Sara dijo: 

-      "Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo" (Génesis 21:6).

Esta vez, su risa era una llena de gozo, como la que solamente surge de ver al Señor cumpliendo extraordinariamente su Palabra.

 

♥ ¿Puede usted imaginarse la diferencia en su semblante en esas dos ocasiones? 

La primera vez, el rostro de Sara debió parecer viejo, cansando, desalentado y dibujado por la incredulidad. Pero después, cuando contempló a su hijo, su rostro debió haber estado transformado, todavía con arrugas, sin duda, pero ahora con ojos radiantes, mejillas encendidas y una gran sonrisa. Sara se había vuelto joven de corazón. No solo había sido transformada, sino que quienes estaban cerca de ella deben haberse unido a su risa contagiosa. Lo que sucedió con Sara, puede suceder también con nosotros: las cargas se sienten más livianas y el mundo parece un lugar mejor y más amable cuando vemos a Dios actuando entre nosotros, su Palabra cumple su propósito y nos rejuvenece.

 

CONFESIÓN DE FE:

SI ESTOY ATENTO AL SEÑOR, CON TODA SEGURIDAD HALLARÉ RAZONES PARA REÍR. LA EDAD CRONOLÓGICA NO DEFINE A MI JUVENTUD; LA ACTITUD DEL CORAZÓN, SÍ. ENTONCES PROCURARÉ CON DILIGENCIA TENER UNA BUENA ACTITUD QUE REJUVENEZCA MI CORAZÓN DÍA A DÍA.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Simchat Gili, Dios de mi Alegría y de mi Gozo (Salmo 43:4). Dios y Señor mío, mi amado Jesucristo, eres fuente de tremenda alegría para mí, por eso hoy vengo a decirte: ¡Gracias por darme tu entusiasmo y tu regocijo!  ¡Gracias por darme un corazón rejuvenecido por tu Palabra! Yo quiero ser un instrumento de regocijo donde quiera que Tú me lleves.  Sé que hay suficientes motivos para alegrarme en Ti, pues en tu Presencia hay plenitud de gozo y de bendición.  Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo por permitirme tocar la vida de otros con la alegría que me has dado y así no ser apático ni a Ti ni a ellos, he orado en tu Poderoso Nombre. Amén.


Juan Manuel Lamus O.