miércoles, 11 de septiembre de 2019

FORMAR = FORJAR

 

ROMANOS 9:14-18 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y me compadeceré del que Yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi Nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. (RV60)

 

El carácter no se forma con 40 días de ayuno.

Muchos cristianos piensan que ser espiritual es orar y ayunar mucho; no me malinterprete, porque es importante hacerlo, lo creo y lo practico, pero eso es solo parte y no el todo. El Carácter se forma bajo un proceso consciente y con una fuerte determinación de hacer lo correcto. Es un proceso gradual y progresivo.

 

Se cuenta la historia del herrero que, después de una juventud llena de excesos, decidió entregarse a Cristo. Durante muchos años trabajó con ahínco y practicó el cristianismo, pero a pesar de toda su dedicación, nada perecía andar bien en su vida; muy por el contrario, sus problemas y sus dudas se acumulaban día a día. Una hermosa tarde, un amigo que lo visitaba y que sentía compasión por su situación difícil, le comentó:

-       Realmente es muy extraño que, justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios, tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar tu fe, pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado.

El herrero no respondió enseguida. Él ya había pensado en eso muchas veces, sin entender lo que acontecía con su vida. Sin embargo, como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a hablar y terminó por encontrar la explicación que buscaba. He aquí lo que dijo el herrero:

-       En este taller, yo recibo el acero aún sin trabajar, y debo transformarlo en espadas.  ¿Sabes tú cómo se hace esto?: 

1.     Caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo.

2.   Enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada.

3.    Luego, la sumerjo en un balde de agua fría, y el taller entero se llena con el ruido y el vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura.

-    Este proceso debo repetirlo varias veces hasta obtener la espada perfecta, porque una sola vez no es suficiente.

 

El herrero hizo una larga pausa, y siguió:

-       A veces, el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta de que jamás se transformará en una buena hoja de espada y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de chatarra que ves a la entrada de mi herrería.

 

Hizo otra pausa más, y el herrero terminó:

-      Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero la única cosa que pienso es: Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí. Inténtalo de la manera que te parezca mejor, por el tiempo que quieras, pero nunca me pongas en la montaña de chatarra de las almas.

 

Recuerda que Dios quiere formarnos a su imagen y semejanza, y aunque el proceso de la forja se haga a veces dolorosa, es evidencia de que Él se interesa en nosotros, pues…

 

¡¡¡Dios nos ama como somos, pero se niega a dejarnos como estamos!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

ACEPTO LA FORMACIÓN QUE DIOS ME DA, POR MÁS DOLOROSA QUE A VECES PAREZCA, CON LA SEGURIDAD DE QUE ÉL SABE QUE ES LO BUENO PARA MI, YA QUE SU VOLUNTAD PARA MI VIDA ES BUENA, AGRADABLE Y PERFECTA.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Jehová Osaynu, Dios nuestro hacedor (Salmo 95:6). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, Maestro de maestros, gracias quiero darte hoy por ser mi hacedor, se que tu me forjas a martillo y a fuego, haciendo de mi un discípulo tuyo, a tu imagen y semejanza. Me tomas en tus brazos y sanas mis heridas, me forjas como el hierro más fuerte, solo te pido hoy, que nunca me deseches como hierro que no tiene propósito, dame la forma que Tú esperas de mí, no desistas, yo estoy dispuesto, pues quiero un carácter que esté a tu altura, a semejanza de la madurez y la plenitud de mi amado Señor y Salvador Jesucristo; he orado en Su Poderoso Nombre ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.