martes, 30 de agosto de 2016

COMO HIJOS

 

JUAN 1:10-12  Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo. Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció.  Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. (N.T.V.)


©  Como hijos de Dios y confiando en sus promesas también logramos el cambio mediante la oración.

 

Antes teníamos condición de esclavos, pero ahora tenemos una condición de hijos de Dios. Esto quiere decir que todas las promesas del Señor son para nuestras vidas. Cuando te conviertes en hijo de Dios, todo lo que lees de la Palabra es aplicable a tu vida. Sin embargo a veces, nuestras oraciones están más llenas de dudas que de confianza. Sabemos que, para que Dios responda nuestras peticiones, ellas deben armonizar con su voluntad. Por tanto, preguntarnos si estamos orando de acuerdo con su voluntad puede hacernos tropezar, y ante la incertidumbre, caer de vez en cuando.

 

La voluntad de Dios es que todos tengamos una vigorosa relación espiritual con Él por medio de su Hijo Jesucristo. Eso significa conocer al Padre con una intimidad cada vez mayor, y ser cada vez más y más como el Señor Jesús. Al centrar usted sus oraciones para tener este tipo de relación con el Señor, se le hará más fácil saber qué decir al orar. Simplemente, consiga un pasaje que diga algo sobre el carácter de Dios, y utilice esas palabras tanto para usted como para otros. Como resultado usted:

1. Podrá orar con confianza, porque Dios quiere que sus hijos sean como Jesucristo.

2. Podrá orar con seguridad, porque sabe que Él hará su voluntad en nuestra vida.

3. Podrá cooperar con el Espíritu Santo mientras Él obra para desarrollar la misma cualidad en usted.

 

La oración no es como un juego donde tenemos que adivinar cuándo hablar con el Señor, o sobre qué. La Biblia está llena de atributos de Dios y de sus deseos. Elija uno, y comience a orar.

 

CONFESIÓN DE FE:

LA ORACIÓN ATACA AL ESPÍRITU ORGULLOSO, AL CORAZÓN ENDURECIDO Y A LA MENTE INCRÉDULA. POR TANTO, ORARÉ BUSCANDO LA VOLUNTAD DE DIOS, Y ENTONCES YO MISMO VERÉ CAMBIOS EN MI VIDA.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El HaNeeman, el Dios Fiel (Deuteronomio 7:9). Dios mío y Padre mío, hoy quiero, primero que todo en mi oración, darte gracias por darme la potestad de ser hijo tuyo por medio del sacrificio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo y de establecer una verdadera e íntima relación con Él, por lo tanto reconozco que Tú, Dios y Señor mío, eres verdaderamente Dios. Y además eres Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre quienes te amamos, en Ti confiamos y obedecemos tus mandatos. Por eso estoy plenamente convencido que hoy puedo apropiarme de todas las promesas contenidas en tu Palabra para tener una vida alineada con tus propósitos para ella. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.