jueves, 29 de enero de 2015

EMPLEO

 

EMPLEO

 

COLOSENSES 3:23,24 Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo. (N.T.V.) 

 

©      El trabajo para el Señor.

Para trabajar "como para el Señor y no para los hombres", usted tiene que comenzar con un empleo que lo honre a Él. Solo porque tenga la oportunidad de ganar dinero en un trabajo, no significa que deba tomar ese empleo. Dios no ve bien todas las ocupaciones. Desde luego, no bendice nada que explote o defraude a las personas.

 

Usted podría decir:

-       "Bueno, este es el único trabajo que pude conseguir".

Pero comprometer la fe no es la manera de mantener a su familia. Una conciencia limpia y una vida cristiana intachable, son mucho más importantes que el dinero que usted pudiera ganar en ocupaciones poco éticas. Además, si Dios no quiere que usted haga cierto trabajo, Él le dará un mejor lugar para trabajar. Una vez que encuentre un empleo adecuado, asegúrese de tratar a los demás como Dios lo hace: con amor y respeto.

 

Cuenta un profesional: "Cuando yo estudiaba en la universidad, habían señoras que se encargaban de la limpieza de los dormitorios. Recuerdo que algunos de mis compañeros decían cosas duras sobre ellas. Yo pensaba: Si una de ellas fuera mi madre, ¿cómo habría querido que la trataran? Entonces comencé a respetar a la señora que aseaba mi habitación como si fuera mi madre".

©      ¿Cómo quiere usted que la gente trate a sus hijos, a su esposo o esposa?

©      ¿Cómo le gustaría que lo trataran a usted?

 

La Biblia nos dice que trabajemos como para el Señor (Colosenses 3:23). No podemos hacerlo si no estamos en un trabajo que le agrade a Él y que se ajuste a sus caminos.

 

CONFESIÓN DE FE:

DESPUÉS QUE NOS ENCONTREMOS SIRVIÉNDOLE A DIOS EN NUESTRO EMPLEO, NO DEBEMOS OLVIDAR JAMÁS TRATAR A LOS DEMÁS CON AMOR Y RESPETO, COMO ÉL LO HACE CON NOSOTROS AL SERVIRLO EN SU REINO.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, Adonay HaAdonim, Señor se señores (Deuteronomio 10:17). Dios mío, Amo y Señor sobre todas las cosas. Nuestro Señor es el Amo supremo, el Rey, el Señor por sobre todos los poderes y autoridades que existen en el universo. Sin embargo eres un Soberano que nos tratas con amor y con respeto sin importar nuestras condiciones de raza, socio económicas o educación, por eso hoy vengo a Ti pidiéndote esos atributos, no solo para mí al ejercer la autoridad que me has dado, sino también para todos aquellos que estén en eminencia sobre mí. Gracias mi amado Rey y Señor por permitirme servirte, y hacerlo con agrado, como un verdadero siervo sujeto a un amo poderoso, amoroso y respetuoso. Amén.


Juan Manuel Lamus O.