lunes, 19 de diciembre de 2016

SIN VERGÜENZA

 

JUAN 3:16,17 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por Él. (R.V.A.'15)


©  La victoria sobre la culpa y el remordimiento nos libera de la vergüenza.

A veces, las personas son prisioneras de la culpa, mucho tiempo después de que este sentimiento debería haber sido quitado. Algunas viven, con razón, con ese sentimiento, el remordimiento, porque se niegan a abandonar el pecado que lo ocasionó. Mientras tanto, otras sufren el peso de la falsa culpa porque albergan un sentimiento que no pertenece a ellas.

 

Cualquiera que sea la causa fundamental de la condena, el plan de batalla sigue siendo el mismo: aceptar, confrontar y no aplazar.

1. Aceptar: La victoria sobre la culpa comienza cuando se entiende que Jesucristo llevó nuestra vergüenza a la cruz y recibió nuestro castigo. No hay manera de que podamos pagar el precio de nuestro pecado, pero sí necesitamos honestamente identificar la fuente de nuestra culpa y confesarla delante de Dios. Eso significa aceptar nuestro pecado. El arrepentimiento da un paso más: Nos aparta de lo que está mal, y nos ayuda a hacer lo bueno.


2. Confrontar: Confrontar la culpa de esta manera quita el peso de la vergüenza en nuestro corazón y pone paz y gozo. Además, nos brinda sabiduría para compartir. La franqueza en cuanto a nuestros errores del pasado, las consecuencias de nuestros errores, las cargas de culpabilidad, y el perdón, revelan al Señor a quienes están a nuestro alrededor. Dios puede llegar a otros que necesitan que sus cadenas de culpabilidad sean rotas, por medio nuestro.


3. No Aplazar: La batalla para vencer la culpa no debe aplazarse. La culpa no se irá por sí sola, ya sea que su sentimiento de condena sea verdadero o falso, necesita ser enfrentado rápidamente. Deje de huir y enfrente el origen de su culpa, póngale fin a su cautiverio y comience a andar en el gozo.

 

CONFESIÓN DE FE:

DEJARÉ DE HUIR DE LA CULPA Y EL REMORDIMIENTO, ENTONCES DARÉ LA BATALLA, CONFESARÉ MI PECADO, CONFRONTARÉ ESA CULPABILIDAD QUE ME TRAE Y ACTUARÉ RÁPIDAMENTE EN ESTOS ASPECTOS PARA VENCER LA VERGÜENZA.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Sali, Dios es mi Roca (Salmo 62:7). Hoy quiero darte gracias mi Señor, porque Tú eres mi defensor, mi refugio, mi protección de todo ataque, y has quitado de mi toda culpabilidad y remordimiento, me has enseñado a dar la batalla. Por eso hoy quiero citar al salmista en la siguiente declaración de fe y victoria: Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios, porque en Él está mi esperanza. Solo Él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde no seré sacudido. Mi victoria y mi honor provienen solamente de Dios; Él es mi refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarme. Gracias mi amado Rey, Dios y Señor Jesucristo porque de tu mano poderosa puedo vencer la culpa y el remordimiento, la vergüenza que estos traen a mi vida. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.