viernes, 25 de septiembre de 2015

PIADOSOS

 

ROMANOS 12:1 Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que Él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a Él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. (N.T.V.)

 

©  Un llamado a la vida piadosa.

El apóstol Pablo vivió en un tiempo cuando la sensualidad, la búsqueda del placer y la rebeldía contra Dios estaban generalizadas. Como respuesta, escribió cartas instando a los cristianos a no imitar los caminos del mundo.

 

Al igual que los primeros creyentes, nosotros debemos procurar tener una vida piadosa:

1.   Presentando nuestros cuerpos a Dios.

Nuestro ser total, mente, voluntad, emociones, personalidad y cuerpo físico, volverá a nuestro Padre Celestial (Santiago 4:7A). Presentarnos al Señor requiere la decisión definitiva de darle el control, y el compromiso diario de permanecer bajo su autoridad. Al entregarnos a Él, nos posicionamos para tener una vida piadosa.

 

2.   Convirtiéndonos en sacrificio vivo.

La vida cristiana se basa en el concepto del sacrificio. Jesús dejó la perfección del cielo para vivir en medio de gente pecadora, y poder así reconciliarnos con Dios. Dio su vida para pagar por nuestros pecados y nos hizo miembros de su familia (1 Juan 3:16). Como creyentes, debemos seguir su ejemplo. Pablo lo llamó un sacrificio vivo, porque es continuo, se realiza cada día.

 

La vida está llena de opciones. Muchas decisiones implican elegir entre seguir el camino de Dios o el nuestro. Los cristianos que maduran son los que sacrifican cada vez más sus propios deseos y aceptan gustosamente la voluntad de Dios. Una vida piadosa se caracteriza por un corazón y una mente inclinados a las cosas de Dios. Aunque nuestras vidas no serán perfectas, el enfoque debe ser obedecer su voluntad y agradarle.

 

CONFESIÓN DE FE:

HOY HAGO EL COMPROMISO DE SER MÁS COMO JESÚS, AQUEL QUE SE DIO GUSTOSAMENTE A DIOS EN SACRIFICIO POR NOSOTROS, ENTONCES DECIDO OBEDECER SU VOLUNTAD Y AGRADARLE.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, Jehová Mekaddesh, Dios que nos Santifica (Ezequiel 37:28). Mi amado Rey y Señor, se que Tu eres Santo, Único, Especial, Singular; eres Dios Único y no hay nada ni nadie como Tú. Sé que la santidad viene de acercarse a Ti que eres Dios Santo, y que mientras más nos acerquemos más santos seremos. Por eso hoy vengo en busca de tu Presencia para conocer tu voluntad para mi vida, para recibir el poder para llevarla a cabo, y de esta manera agradarte como lo hizo nuestro modelo y ejemplo, tu amado Hijo Jesucristo. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.