AMPARADOS
JOSUÉ 1:5…9 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida. Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé... ¿No te he mandado que te esfuerces y seas valiente? No temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas. (R.V.A.'15)
© Estas palabras dirigidas a Josué se repiten muchas veces; son la base de aquellas otras del Nuevo Testamento, cuando el Señor dijo:
- "Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé".
De manera que podemos decir confiadamente:
- El Señor es mi socorro, y no temeré. ¿Qué me podrá hacer el hombre?
(Hebreos 13:5b,6 - R.V.A.'15)
Cuando colocamos nuestra confianza, sin condición, en el Señor el será nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones por siempre (Salmo 46:1).
Delante se nos presenta una vida de combates, pero el Señor de los ejércitos está con nosotros:
1. ¿Estamos llamados a conducir un pueblo numeroso e inconstante?
Esta promesa nos asegura toda la sabiduría y prudencia necesarias.
2. ¿Tenemos que luchar con astutos y poderosos enemigos?
Aquí tenemos la fuerza y el valor y la victoria.
3. ¿Tenemos que conquistar una rica herencia?
Tenemos una señal del éxito en nuestros propósitos: El Señor está con nosotros.
Sería una verdadera calamidad si Dios pudiera faltar a su Palabra; pero como esto nunca podrá suceder, el viento de la inquietud humana se estrellará contra el muro de la fidelidad Divina. El Señor nunca nos abandonará suceda lo que suceda, Él velará a nuestro lado. Los amigos nos desamparan y su auxilio es como lluvia que viene y se va; pero Dios es fiel. Jesús es el mismo eternamente y el Espíritu Santo mora en nosotros.
CONFESIÓN DE FE:
SI DIOS NO PUEDE SER INFIEL, TAMPOCO MI FE SE DEBILITARÁ; Y COMO ÉL NO ME DESAMPARARÁ, TAMPOCO YO LE ABANDONARÉ, ME MANTENDRÉ FIRME EN MIS CONVICCIONES Y DE LA MANO DEL OMNIPOTENTE.
ORACIÓN:
Padre Celestial, Jehová Sabaot, El Señor de los Ejércitos (1 Samuel 1:11). Mi amado rey y señor Jesucristo, tu eres el ser más poderoso y el más grande guerrero en el universo, Adonai, Rey de reyes y Señor de señores, eres el general de tus ejércitos en el cielo y en la tierra, el Supremo Comandante en jefe. Por eso yo me apropio hoy de las promesas de tu Palabra y como dice el salmista digo yo: Ven, alma mía, cálmate y ten confianza, si las nubes se amontonan, el Señor las disipará, sea siempre nuestra fe tranquila y amparada en la fidelidad del Señor, pues hoy es un día para experimentar la seguridad de su compañía y su amor eterno. Señor Jesús, gracias por darme promesas como esta, jamás podré decir que me siento desamparado porque tu estas a mi lado cobijándome con tu dulce amor, tu amparo para mi vida ha sido, es y será siempre evidente. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.