domingo, 14 de noviembre de 2021

CUESTIONANDO LOS ERRORES EN EL MATRIMONIO

 

Con una viga en el ojo propio, es imposible remover la astilla en el del cónyuge

¡¡¡Desista de cuestionar los errores de su pareja y cambie usted!!!

 

MATEO 7:3-5

¿Y por qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo,

cuando tú tienes un tronco en el tuyo? ¿Cómo puedes pensar en decirle a tu amigo: 

"Déjame ayudarte a sacar la astilla de tu ojo", cuando tú no puedes ver más allá

del tronco que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Primero quita el tronco de tu ojo;

después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo.

(NTV)

 

¿Se ha encontrado alguna vez cuestionando a su cónyuge por errores que, con el tiempo, descubre que usted mismo tiene?

 

Decía una esposa:

"Mi marido siempre se queja de que soy incumplida, que llego tarde; pero él mismo me ha dejado muchas veces esperándolo para cenar".

 

Se quejaba una joven que pidió consejería. En su criterio, lo más doloroso era la sucesión de críticas que recibía de su cónyuge:

"Generalmente no me dice palabras alentadoras", agregaba.

El mayor error en el que incurrimos es criticar de manera inmisericorde a la persona que Dios nos concedió como pareja, olvidando que nosotros mismos fallamos y no una sino muchas veces.

 

El afamado autor y conferencista, Gary Chapman, escribe:

"Como consejero matrimonial he llegado a la conclusión de que cada miembro de la pareja desea que su cónyuge cambie. El resultado: Ambos se sienten condenados, y con resentimiento en el corazón." (Gary Chapman - "Los 5 Lenguajes del Amor)

 

Pareciera que, con más frecuencia de lo que imaginamos, estamos ocupados en señalar a nuestro cónyuge e hijos sus errores, que en identificar los propios.

 

En el pasaje que estudiamos hoy, podemos ver como nuestro Señor Jesús compartió una enseñanza clave que aplica a nuestras relaciones interpersonales y especialmente en el ámbito familiar.

 

La enseñanza nos señala todo un proceso de tres sencillos pasos que bien podemos aplicar en el matrimonio, entonces debemos:

1.     Hacer un alto en el camino,

2.    identificar cuáles son nuestros errores y

3.    determinar en qué podemos cambiar.

 

Es un proceso que comienza cuando reconocemos que no somos perfectos.

Se afianza cuando le confesamos nuestras faltas a la pareja.

Y se consolida cuando le anunciamos la disposición de cambio.

 

¡¡¡Reafirmemos ese compromiso de no cuestionar y más bien cambiar,

con hechos concretos, que demuestren el amor que le tenemos

a nuestro cónyuge, pero también a nuestros hijos!!!

 

CONCLUSIÓN:

Nunca es tarde para cambiar y menos para evitar que nuestro hogar camine al despeñadero.

La decisión de cambio es el primer paso y se afianza cuando nuestras acciones evidencian esa voluntad de ser diferentes, en la forma de pensar y de actuar.

Con seguridad tendremos mejores resultados cuando lo hacemos de la mano de nuestro Señor Jesucristo.

Pero si les es necesario, como siempre, les recomiendo pedir ayuda a personas consagradas y preparadas por Dios en la consejería de pareja.

Les aseguro que no se arrepentirán porque prendidos de la mano del Señor Jesús emprendemos el proceso de cambio que siempre hemos anhelado.

 

¡¡¡Hoy es el día para comenzar!!!

 

Reflexionemos:

Para el cambio, el crecimiento personal y espiritual de nuestro matrimonio y familia, iniciemos el trabajo resolviendo estas preguntas:

¿Se ha encontrado alguna vez cuestionando a su cónyuge por errores que, con el tiempo, descubre que usted mismo tiene?

¿Han tomado tiempo para evaluar cuáles de sus acciones generan heridas emocionales a su familia?

¿Los embarga todavía el orgullo que los lleva a creer que son infalibles?

 

Una meta hoy es pedirle a Dios la sabiduría necesaria para disponernos a cambiar y mantenernos firmes en esa misma dirección durante toda la relación.

 

¡¡¡Así es como funciona!!!

Tu matrimonio y tu familia son el tesoro más valioso que Dios te ha dado

¡¡¡CUÍDALOS!!!

 

Un Abrazo, Dios te bendiga y te guarde, haga resplandecer su rostro sobre ti,

y tenga de ti misericordia; y permita que prosperes en todas las áreas de tu vida,

y derrame sobre ti muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, Salud

y mucha Prosperidad


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri