sábado, 3 de diciembre de 2016

"SOLICITUD"


©  No cumplo con mi deber hacia el amor, si me contento con mirar cordial y amablemente a las personas que me rodean. Esta es una benevolencia que cuenta poco y una ilusión de amistad:

Ø  Me tranquiliza.

Ø  No hago daño a nadie.

Ø  Respeto los derechos de los demás.

Ø  ¡Hago demasiado!

Ø  Soy un ciudadano perfecto, acomodado y seguro bajo mi campana de cristal, en mi propia atmósfera.


©  Precisamente por esto se resulta culpable de la indiferencia colectiva que sofoca a nuestra sociedad.


©  Si quiero amar de veras debo dedicarme con solicitud profunda y auténtica a las personas:

Ø  Con las que vivo bajo el mismo techo.

Ø  Con las que trabajo durante todo el día.

Ø  Con las que viajo por la vida.

Ø  Con las que estudio, me divierto, juego y río.


©  Una solicitud de este tipo, que me sacuda, que me arranque de mi pequeña esfera de intereses, es absolutamente necesaria.  No debo dejarla nunca de lado, ni siquiera cuando estorbe mi paz y mi tranquilidad.


©  Quizá sea incluso un bien:

Ø  Que me molesten. Que la atención amigable y afectuosa hacia los demás conlleve, a veces, disgustos o preocupaciones que yo mismo no podré confiar a nadie.


©  La solicitud es fruto de un amor auténtico.

Ø  Puede hacerme sufrir, pero, a fin de cuentas, me aporta el mejor don.

Ø  Ella da la vida, da color a mi existencia y, a veces, me regala un sentimiento de profunda gratitud, una especie de paraíso desconocido.


©  DE VUELTA AL PARAÍSO

 

En cierta ocasión le preguntaron a un gran maestro, lo siguiente:

-  ¿Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complicados, mientras que otras sufren por problemas muy pequeños y se ahogan en un vaso de agua?

 

Él simplemente sonrió y contó una historia:

Era un sujeto que vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo decía que él iría al cielo, pues un hombre tan bondadoso solamente podría ir al Paraíso.  En aquella época el cielo todavía no había pasado por un programa de calidad total.  La recepción no funcionaba muy bien y quien lo atendió dio una ojeada rápida a las fichas de entrada, pero como no vio su nombre en la lista, le orientó para que pudiera llegar al Infierno. Y como en el infierno nadie exigía identificación ni invitación (cualquiera que llegara estaba invitado a entrar), el sujeto entró y se quedó.

 

Algunos días después Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso y le dijo a Dios:

-  ¡Eso que estás haciendo es puro terrorismo! Mandaste a aquel sujeto al infierno y él me está desmoralizando.

-  Llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas. Ahora todo el mundo está dialogando, abrazándose, besándose.

-  ¡El infierno no es lugar para eso! ¡Por favor, trae a ese sujeto para acá!"

 

Cuando el maestro terminó de contar esta historia dijo:

-  Vive con tal solicitud, con tanto amor en el corazón que, si por error vas a parar al infierno, el propio satanás te traiga de vuelta al Paraíso.

 

ROMANOS 12:9

No finjan amar a los demás; ámenlos de verdad. Aborrezcan lo malo. Aférrense a lo bueno.

Ámense unos a otros con un afecto genuino y deléitense al honrarse mutuamente. (N.T.V.)

 

Un Abrazo, Dios te bendiga y te guarde, haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; y permita que prosperes en todas las áreas de tu vida, y derrame sobre ti muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, Salud y mucha Prosperidad


Juan Manuel Lamus O.