jueves, 2 de febrero de 2023

HUMILDAD Vs. ORGULLO

 

SALMO 131:1-3 Señor, mi corazón no es orgulloso; mis ojos no son altivos. No me intereso en cuestiones demasiado grandes o impresionantes que no puedo asimilar. En cambio, me he calmado y aquietado, como un niño destetado que ya no llora por la leche de su madre. Sí, tal como un niño destetado es mi alma en mi interior. Oh Israel, pon tu esperanza en el Señor, ahora y siempre. (NTV)

 

De cuando es necesario preguntarnos si: ¿Permitimos que nos gobierne el orgullo?

 

Todo ser humano enfrenta dos poderosos enemigos: el orgullo y la soberbia

¡¡¡Dos componentes destructivos si los anidamos en el corazón!!!

 

En el pasaje que estudiamos hoy, el rey David los aborda reconociendo la importancia de la humildad; un ejemplo para nosotros hoy. Una recomendación que debemos acoger, porque si algo no podemos pasar por alto, es que aun cuando creamos que somos humildes, nadie conoce la profundidad del corazón (Jeremías 17:9). Con frecuencia nos traiciona. De hecho, quizá en nosotros o en las personas con las que interactuamos diariamente, descubriremos que dependen de la adulación y la honra ajenas. Los han convertido en alicientes adictivos, si no los reciben, se sentirán ofendidos y, lo más probable, es que reaccionarán. Cabe preguntarnos, entonces, qué grado de orgullo nos domina y hacer un alto en el camino para imprimir cambios en nuestro ser, con la ayuda de Dios.

¿La razón? Ser orgulloso trae perjuicios a nuestra existencia y, lo más importante, no honra a Dios (Isaías 2:12; Malaquías 1:1,2). Es el Señor mismo quien exalta a los humildes (Isaías 5:15; Lucas 14:11)

 

Practiquemos las pautas que trazó el rey David. Dependía de Dios, desechó la autosuficiencia, jamás despreció a los demás, no buscaba su propia grandeza, sino exaltar al Padre, nunca pretendió tener renombre, reconocía sus errores, se mantuvo fiel al Creador y jamás se glorió de sus logros. Por ese motivo el mejor lugar para un desenvolvimiento exitoso es allí donde Dios nos ponga. Si tenemos planes y proyectos, es pertinente someterlos en humildad al Supremo Hacedor, para que nos honre ayudándonos a materializarlos con Su poder

 

Él abre puertas y cierra puertas.  Dios da a cada uno conforme Él quiere.

 

CONFESIÓN DE FE:

NO PERMITIRÉ QUE EL ORGULLO SE ENSEÑOREE DE MÍ, MÁS BIEN DEJARÉ QUE EL SEÑOR SEA MI GUÍA Y MI MODELO EN LA FORMA DE OBTENER MANSEDUMBRE, HUMILDAD Y DESCANSO PARA MI ALMA, Y PARA LOGRARLO ME SOMETERÉ A SU VOLUNTAD.

 

ORACIÓN:

Dios y Señor Jesús, Siloh, el Verdadero Rey, el único digno de Gloria, Honra y Loor (Génesis 49:10). Padre nuestro que estás en lugares celestiales y que allí mismo nos has hecho sentar juntamente con nuestro Señor y Salvador Jesucristo, solo por tu amor y misericordia. Gracias te doy por ello y busco tu rostro, tu presencia, de manera que llenes mi vida de esa agua viva para que corra en mí y me limpie totalmente de todas esas enfermedades del alma, especialmente el orgullo, y pueda así ser manso y humilde de corazón y hallar así verdadero descanso para mi alma. Mi Dios, mi Señor y Rey, ante Ti me inclino y rindo mi vida, pues Tú eres el único digno de toda honra; toda la gloria y todo el honor son para Ti; gracias Padre Santo y bueno por hacer de mí un verdadero "hijo de humildad" que vence el orgullo con tu ejemplo y guía; he orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri