lunes, 8 de mayo de 2023

MADUREZ & OBEDIENCIA

 

DEUTERONOMIO 30:15-20 "¡Ahora escucha! En este día, te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre la prosperidad y la calamidad. Pues hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios y cumplas sus mandatos, decretos y ordenanzas andando en sus caminos. Si lo haces, vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá a ti y también a la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer. Sin embargo, si tu corazón se aparta y te niegas a escuchar, y si te dejas llevar a servir y rendir culto a otros dioses, entonces te advierto desde ya que sin duda serás destruido. No tendrás una buena y larga vida en la tierra que ocuparás al cruzar el Jordán. Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al Cielo y a la Tierra como testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir! Puedes elegir esa opción al amar, al obedecer y al comprometerte firmemente con el Señor tu Dios. Esa es la clave para tu vida. Y si amas y obedeces al Señor, vivirás por muchos años en la tierra que el Señor juró dar a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob". (NTV)

 

De la importancia de entender que para alcanzar la madurez que Dios desea para nosotros, debemos andar en obediencia a Él y sus preceptos, que a la final se convierten en el mayor beneficio para nuestra vida.

 

Hace algún tiempo me senté a conversar con uno de mis amigos de adolescencia, y recordamos todas las cosas que hacíamos cuando estábamos en esa etapa de la vida. Por ejemplo, como jóvenes pasábamos mucho tiempo quejándonos de las reglas o límites que nos imponían en nuestras casas.  Pero, ahora al pensarlo con la madurez que dan los años, tuvimos que admitir que estábamos muy equivocados. Nuestros padres no nos cobraban por vivir en sus casas o por los alimentos y la ropa que usábamos, el único precio que nos exigían era la obediencia.  Tan sólo teníamos que obedecer, seguir las instrucciones, ser amables, decir la verdad, e ir a la iglesia y al colegio. Por supuesto, verdaderamente nada de eso era difícil, pero a esa edad, nos costaba mucho ser sumisos.  En nuestras mentes juveniles esas reglas las habían creado para perjudicarnos, sin embargo, puedo decir que incluso algunas de ellas eran para protegernos de nosotros mismos.

 

El precio de vivir en la tierra prometida era el mismo: obediencia.  En su último discurso a la nación, Moisés les recordó a los israelitas que las bendiciones que Dios quería concederles dependían de su obediencia (Vs.16). Anteriormente, les había dicho que la obediencia determinaría que les fuera bien en la vida:

"Asegúrate de obedecer todos mis mandatos, para que te vaya bien a ti y a todos tus descendientes, porque así estarás haciendo lo que es bueno y agradable ante el Señor tu Dios". (Deuteronomio 12:28)

 

Se tiene la idea de que la Biblia es un libro de reglas para arruinar la diversión.  

Pero no hay nada más alejado de la realidad, su objetivo es que entendamos que:

¡¡¡El plan de Dios y Sus mandatos son para nuestro beneficio;

nos permiten vivir en paz unos con otros y lograr la madurez espiritual!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

SÉ QUE LA OBEDIENCIA ES, SENCILLAMENTE, EL "PRECIO" DE FORMAR PARTE DE LA FAMILIA DE DIOS EN ESTE GLORIOSO PLANETA QUE ÉL CREÓ AL CUAL NOS PERMITE LLAMAR HOGAR. ASÍ QUE SERÉ OBEDIENTE, PUES ESTO ME ALEJA DEL MAL Y ME ACERCA A LOS OBJETIVOS QUE DIOS TIENE PARA MI CRECIMIENTO HACIA LA MADUREZ ESPIRITUAL.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Emet, el Dios de la Verdad (Salmo 31:6). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, yo sé que Tú, el Todopoderoso, eres la fuente última de la realidad, pues todo lo que se relaciona contigo es verdad y es real. Por eso te pido hoy que quiebres mi orgullo y mis pensamientos, pues ellos quieren impedirme obedecerte y crecer. Forma en mí, por tu Espíritu Santo, el hábito de la obediencia, de manera que sea una manera de vivir, un nuevo estilo de vida, y poder así también llegar a la madurez espiritual que Tú quieres para mí, pero además moldearlo a los que me rodean. Gracias, mi Señor y Salvador Jesucristo por tu ejemplo de obediencia y obediencia hasta la muerte; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri