miércoles, 7 de noviembre de 2018

MONTAÑAS

 

ZACARÍAS 4:1-14 Entonces el ángel que había estado hablando conmigo volvió y me despertó, como si hubiera estado dormido. ¿Qué ves ahora? me preguntó.

-   Veo un candelabro de oro macizo con un tazón de aceite encima, contesté. Alrededor del tazón hay siete lámparas y cada una tiene siete conductos para las mechas. También veo dos olivos, uno a cada lado del tazón. Entonces le pregunté al ángel:

-      ¿Qué es todo esto, mi señor? ¿Qué significa?

-      ¿No lo sabes? preguntó el ángel. No, mi señor, le contesté. Entonces me dijo:

-    El Señor dice a Zorobabel: "No es por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. Nada impedirá el camino de Zorobabel, ni siquiera una montaña gigantesca, ¡pues se convertirá en llanura delante de él! Y cuando Zorobabel coloque la última piedra del templo en su lugar, la gente gritará: '¡Dios lo bendiga! ¡Dios lo bendiga!'". 

Después recibí otro mensaje del Señor: "Zorobabel es quien colocó los cimientos de este templo y él los terminará. Así ustedes sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió. No menosprecien estos modestos comienzos, pues el Señor se alegrará cuando vea que el trabajo se inicia y que la plomada está en las manos de Zorobabel". (Las siete lámparas representan los ojos del Señor que recorren toda la tierra). Entonces le pregunté al ángel: ¿Qué son esos dos olivos a cada lado del candelabro y las dos ramas de olivo que vierten aceite dorado por dos tubos de oro?

-      ¿No lo sabes? preguntó. No, mi señor, respondí. Entonces él me dijo:

-      Representan a los dos ungidos que están de pie en la corte del Señor de toda la tierra. (NTV)

 

♥ De la clave para conquistar las montañas de la vida.

En la visión que Dios le dio a Zacarías, la montaña es una ilustración de barrera u obstáculo. Podríamos preguntarnos qué puede enseñarnos hoy la extraña visión del profeta.

 

Zorobabel, líder de Judá, y un grupo de 50.000 cautivos habían sido liberados por los babilonios para que volvieran a Jerusalén. Allí, comenzaron a reconstruir los muros del templo, pero fueron atacados por vecinos hostiles. Como resultado, el pueblo de Dios se desanimó y estuvo a punto de darse por vencido. En el Vs.6, Dios le recordó a Zorobabel por medio de Zacarías, que el avance no era "con ejército, ni con fuerza, sino con [su] Espíritu". En otras palabras, cuando Dios nos llama a una tarea, Él mismo asume la responsabilidad de quitar los obstáculos. El Señor pregunta después: 

"¿Quién eres tú, oh gran monte?" Nada más que una llanura quedaría después que Él actuara por medio de Zorobabel.

 

Dios nunca ha querido que emprendamos tareas insuperables. Por eso debemos confiar en el Poder del Espíritu Santo que habita en nosotros. Somos como el candelabro (Vs.2) que debía mantenerse ardiendo en el templo todo el tiempo. En la visión de Zacarías, los olivos a cada lado del candelabro estaban derramando aceite directamente en su depósito, sin ninguna ayuda de los sacerdotes (Vs.12). Al igual que esos olivos, el Espíritu Santo era la promesa de ayuda continua de Dios al pueblo desalentado. 

 

CONFESIÓN DE FE:

NOSOTROS, TAMBIÉN, PODEMOS TENER LA CONFIANZA DE QUE EL SEÑOR DERRAMA SU ESPÍRITU EN NUESTRAS VIDAS PARA QUE NOS AYUDE CUANDO ESTEMOS FRENTE A LAS "MONTAÑAS" DE LA VIDA.

 

ORACIÓN:

Padre Santo y Poderoso que estas en los cielos, Elohim Elohay, Dios de dioses (Deuteronomio 10:17). Dios y Señor nuestro, Tú habitas en nosotros los creyentes por medio de tu Espíritu Santo. Hoy vengo a tu Presencia, buscando de ella con todo mí ser, con todas mis fuerzas y con convicción, para darte gracias por ese poder que has derramado sobre mi vida a través de tu Santo Espíritu. Hoy te pido, ayúdame a ejercer ese poder, que yo mismo lo ponga en acción, primero que todo sometiéndome a tu voluntad para mi vida, esa que contempla planes de bien para mí y que glorifican tu Nombre Santo en el fruto; pero también rindiéndome a tu gobierno, entregando mi vida para que Tú la dirijas, y ejerciendo la medida de fe que Tú has puesto en mi, para que así crezca y se desarrolle abundantemente. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por haber impartido el Poder del Espíritu Santo en mí; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.