martes, 3 de agosto de 2021

PUNTO CLAVE

 

LUCAS 15:22-24 Sin embargo, su padre dijo a los sirvientes:

"Rápido, traigan la mejor túnica que haya en la casa y vístanlo. Consigan un anillo para su dedo y sandalias para sus pies. Maten el ternero que hemos engordado. Tenemos que celebrar con un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ahora ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora ha sido encontrado". Entonces comenzó la fiesta. (NTV)

 

En asuntos de familia para Dios no hay "periodo de prueba, Él siempre nos dirá:

¡"Este es mi Hijo"!

 

¿Cuál es el punto clave de la parábola del hijo pródigo?

A veces pensamos que la Parábola tiene que ver con la locura del hijo pródigo.

O acerca de la indignación celosa del hermano.

O quizás acerca del perdón de padre.

Todas estas cosas aparecen en la parábola, pero hay algo más profundo en esta parábola; algo que todos nosotros necesitamos tomar en nuestras manos:

 

¡¡¡Dios no pone a pecadores arrepentidos en periodo de prueba

para ver cómo se comportan luego de arrepentirse, y entonces,

según el resultado recibirlos o no, como hijos y parte de Su familia!!!

 

Este es el punto clave de la parábola. Esta parábola es acerca del carácter del Padre. Todos los otros son apenas pequeños actores en el drama verdadero.

 

Lucas utiliza la expresión en griego "Outos ho huios mou", que significa literalmente:

1.     "Este es mi hijo". Este hijo mío estuvo muerto, pero ahora él está vivo.

2.    "Este hijo es todavía mi hijo, él volvió a la vida, él es mi hijo en todo aspecto, él era mi hijo cuando estuvo muerto y él es mi hijo ahora que está vivo otra vez".

3.    "Para mí, como padre la relación de la familia no ha cambiado".

 

Quizás no entendamos esa clase de la paternidad. Siempre estamos más inclinados a ver que el hijo se rebeló, desobedeció y desilusionó al padre. Y entonces como padres, si lo fuéramos, por lo general nuestro recibimiento estaría condicionado por:

"Bueno, vamos a ver si las cosas cambian".

Por lo general no sabemos si podemos perdonar totalmente sin el periodo de prueba, si podríamos correr para abrazar, compartir lo mejor de nosotros y restaurar sin vacilar. Probablemente pondríamos una penitencia. Ahora, Dios nos perdona, pero sucede que hasta que no veamos que el Padre nos trata como al hijo pródigo, estaremos perdidos desesperadamente en el sistema desastroso de mantener nuestra manera de dar y recibir gracia. Más allá de lo que Él piensa que somos, para Él no somos el hijo pródigo, somos simplemente sus hijos. Sin duda nosotros nunca trataremos a nadie como el Padre Celestial nos trata, pero lo que si es cierto es que no podemos perdonar a nadie de la misma manera hasta que no hayamos sido perdonados en esa forma. El problema es aceptar ese tipo de perdón de Dios. Muchas veces no nos consideramos sus hijos. Cuando ponemos a otros en el periodo de prueba para ver si de verdad se arrepintieron, nos enfocamos en la indignidad de ellos, y esa no es la perspectiva de Dios.

 

Jesús murió para quitar mi indignidad. El Hijo de Dios lo hizo por mí porque también soy hijo de Dios. Pero ¿Puedo perdonar yo como el Padre Celestial me perdona?

No, a menos que haya un cambio completo de mente, entonces dejaré de aplicar el "periodo de prueba" para el arrepentido y comenzaré a verlo como "El hijo que muerto era y ha revivido".

 

CONFESIÓN DE FE:

YO NO SOY DIGNO, ESO ES VERDAD, PERO YO FRACASO AL NO VER QUE ÉL NO TIENE EL INTERÉS PUESTO EN LO QUE A MÍ ME PREOCUPA ACERCA DE MI CONDICIÓN, ÉL CUIDA PERFECTAMENTE DE MI SOLO PORQUE SOY SU HIJO.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Selichot, Dios del Perdón (Nehemías 9:17). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, los hombres podemos ser lentos para perdonar, pero yo sé que está en tu naturaleza, como el Dios amoroso que eres, el perdonar sin condición, pues el deseo tuyo es concedernos el perdón siempre. Gracias Señor por perdonarme, gracias por verme como tu hijo y no como "el hijo pródigo". Ayúdame a responder y ver de la misma manera a quienes me han ofendido, que entienda que no necesito ponerlos a prueba, simplemente perdonarlos para ver en ellos, no la condición de pecadores ofensivos, sino de hijos tuyos que quieren volver a la vida y entonces compartirles de tu Gracia. Gracias, mi Señor y Salvador Jesucristo por tu perdón incondicional; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri