viernes, 27 de septiembre de 2019

TENER MIEDO

 

1 REYES 19:1-4 Cuando Acab llegó a su casa, le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, incluso la manera en que había matado a todos los profetas de Baal. Entonces Jezabel le mandó este mensaje a Elías: "Que los dioses me hieran e incluso me maten si mañana a esta hora yo no te he matado, así como tú los mataste a ellos". Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de Judá, y dejó allí a su sirviente. Luego siguió solo todo el día hasta llegar al desierto. Se sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse: "Basta ya, Señor; quítame la vida, porque no soy mejor que mis antepasados que ya murieron". (NTV)

 

De esos momentos extraños en que tenemos miedo.

Normalmente, pensamos en el temor en términos de fracaso. Tendemos a atemorizarnos cuando sufrimos alguna calamidad o sentimos que hemos sido juzgados injustamente.

 

Pero en 1 Reyes 18 encontramos una situación totalmente diferente; allí vemos que Elías experimentó uno de los triunfos más espectaculares que hay en toda la Biblia. Armado solamente con su fe inquebrantable en el Señor, se enfrentó a 850 sacerdotes de los dioses falsos del país. Dios se movió con poder, destruyendo a los idólatras y trayendo Gloria a Su Nombre en todo Israel. Pero, inmediatamente después de este enfrentamiento, cuando la euforia de su fe debería haber estado en su punto más alto, Elías tuvo miedo. En el pasaje que estudiamos hoy, vemos como el profeta se entera de que la siniestra reina Jezabel había pedido su cabeza. Olvidando, al parecer, la poderosa victoria de Dios de unos momentos antes, Elías huyó. La historia de Elías nos recuerda que nuestros fracasos no deben representar el mayor peligro para el crecimiento espiritual; el potencial para el fracaso puede estar oculto, en realidad, dentro de nuestros éxitos. Cuando nuestra confianza está en su punto más alto, eso es lo que a menudo nos lleva a quitar nuestra mirada del Dador del poder, para dirigirla a nosotros mismos.

 

No nos engañemos, el Señor puede trabajar en, alrededor, o por medio de nosotros para llevar a cabo su propósito, pero la victoria siempre le pertenecerá a Él.

¿Lo ha ofuscado el éxito?

 

¡¡¡Volvamos de nuevo la mirada al Señor, toda la alabanza y la gloria son de Él, entonces no tenemos por qué tener miedo!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

AL PENSAR EN ESTO, SIENTO QUE LA MANERA DE TRANSFORMAR LA FUERZA DEL MIEDO QUE DESTRUYE Y ANULA, EN UNA FUERZA POSITIVA QUE ME LEVANTA, ES ACERCÁNDOME A AQUEL QUE ME DIO LA VIDA Y ME HA PROMETIDO UNA EXISTENCIA CON PAZ Y SIN MIEDO, NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO.

 

ORACIÓN:

Dios Todopoderoso, Jehová Shalom, Dios de Paz (Jueces 6:24). Mi Señor Jesús, Dios de la Verdad y Príncipe de Paz. En tu Palabra prometes una vida abundante y sin miedo, llena de la paz que solo Tú puedes dar, una paz que sobrepasa nuestro entendimiento; yo lo creo y me apropio de esa promesa para mi vida, yo creo que tu perfecto e incondicional amor elimina todo temor de mi vida y me da la seguridad, la fortaleza y la capacidad de levantarme en victoria sobre todo peligro que me ronde o cualquier acecho o amenaza del enemigo. Gracias Espíritu Santo por tu cuidado, protección y consuelo permanentes. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.