CONSAGRACIÓN 2
SALMO 62:1,2 Sólo en Dios descansa mi alma, es el único que me puede rescatar. Sólo Él es mi roca y mi salvación; como Él es mi refugio, no seré derrotado. (P.D.T.)
© De los pasos necesarios para la consagración a Dios.
Al ser salvos por la fe en Cristo, expresamos nuestro amor y gratitud mediante nuestra consagración a Él. El estudio regular de la Biblia y la oración serán parte integral de nuestra vida diaria. Además, nuestra consagración al Señor se evidenciará por nuestra pasión a obedecerlo, y nuestro espíritu de humildad y servicio.
1. Obediencia.
David buscaba siempre obedecer a Dios. Siendo un joven pastor, se ocupaba fielmente de los animales de su padre. Siendo rey, puso de lado su deseo de construir el templo, y dejó que Salomón lo hiciera, tal como Dios lo había ordenado. Aunque David no vivió de manera perfecta, su deseo era hacer lo que el Señor le pidiera. Vemos por las palabras de Jesús en Juan 14:15, que la obediencia debe ser también nuestra prioridad más importante. Él dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos".
2. Humildad.
Después que David mató a Goliat, la multitud lo alabó a gritos. Sin embargo, no se volvió orgulloso, sino que siguió al servicio del rey Saúl y esperó que Dios lo convirtiera en el gobernante de Israel. Pero aun siendo rey, se mantuvo humilde. Sabía que lo que había logrado era por lo que había hecho el Señor, no él.
(2 Samuel 7:18).
3. Servicio.
Ya fuera como un humilde pastor o un poderoso rey, la meta de David fue obedecer a Dios y servirle.
Este hombre conforme al corazón de Dios estuvo consagrado a su Señor. Buscaba conocerlo, y anhelaba hacer su voluntad. Las acciones de David reflejaban su humilde actitud de siervo y su anhelo de complacer a su Padre Celestial.
© Dé usted los pasos necesarios para vivir consagrado al Señor Jesús.
CONFESIÓN DE FE:
DARÉ LOS PASOS NECESARIOS PARA ALCANZAR MI CONSAGRACIÓN A DIOS, PUES ANHELO CON TODO MI CORAZÓN OBEDECERLE Y SERVIRLE EN SU REINO CON AMOR, RESPONSABILIDAD, CONOCIMIENTO Y HUMILDAD.
ORACIÓN:
Padre Celestial, El HaGadol, El Gran Dios (Deuteronomio 10:17). Mi amado Jesús, Dios Supremo y Soberano Señor; hoy te pido, para poder servirte mejor, dame un noble corazón. Un corazón fuerte para aspirar por los altos ideales y no por opciones mediocres. Un corazón generoso en el trabajo, viendo en él no una imposición sino una misión que me confías. Un corazón grande en el sufrimiento, siendo valiente soldado ante mi propia cruz y sensible cireneo para la cruz de los demás. Un corazón grande para con el mundo, siendo comprensivo con sus fragilidades pero inmune a sus máximas y seducciones. Un corazón grande con los hombres, leal y atento para con todos pero especialmente servicial y dedicado a los pequeños y humildes. Un corazón nunca centrado sobre mí, siempre apoyado en Ti, feliz de servirte y servir a mis hermanos, ¡oh mi Señor! todos los días de mi vida dame un noble corazón. Amén.