miércoles, 14 de febrero de 2018

CONDESCENDENCIA

 

1 REYES 11:1-8 Ahora bien, el rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras. Además de la hija del faraón, se casó con mujeres de Moab, de Amón, de Edom, de Sidón y de los hititas. El Señor había instruido claramente a los israelitas cuando les dijo: "No se casen con ellas, porque les desviarán el corazón hacia sus dioses". Sin embargo, Salomón se empecinó en amarlas. En total, tuvo setecientas esposas de cuna real y trescientas concubinas. En efecto, ellas apartaron su corazón del Señor. Cuando Salomón ya era anciano, ellas le desviaron el corazón para que rindiera culto a otros dioses en lugar de ser totalmente fiel al Señor su Dios, como lo había sido David su padre. Salomón rindió culto a Astoret, la diosa de los sidonios, y a Moloc, el detestable dios de los amonitas. De ese modo, Salomón hizo lo malo a los ojos del Señor; se negó a seguir al Señor en forma total y absoluta, como lo había hecho David, su padre. (NTV)

 

♥ Del costo de la condescendencia en nuestras vidas.

Nuestra sociedad apoya la idea de que la tolerancia es la única manera de vivir. Pero cuando se trata de la ley de Dios, la vida del rey Salomón demuestra que, la transigencia o condescendencia es una opción destructiva.

 

En los primeros años de su reinado, Salomón se esmeró en actuar bien. Pero más tarde, cuando vio la oportunidad de engrandecerse políticamente, ignoró el mandamiento que prohibía el matrimonio con paganos (Deuteronomio 7:1-3; 1 Reyes 3:1). Aunque es posible que haya visto esos matrimonios como un extravío sin importancia, la estrategia de satanás es convencernos de que está bien desobedecer algunos mandatos de Dios. Salomón admiraba a las mujeres hermosas de otras nacionalidades, pero en vez de encontrar maneras de evitar la tentación, hizo todo lo contrario. Por estar rodeado de extranjeras, se involucró con ellas y sus religiones. Finalmente, fue atrapado por el pecado y su corazón se apartó de Dios.

 

La debilidad de Salomón puede ser distinta a la nuestra, pero la condescendencia también puede atraparnos. La admiración desbordada por algo distinto a la voluntad de Dios, puede convencernos de que lo busquemos. Aunque sabemos que esa decisión está mal, es fácil endurecer nuestro corazón contra las advertencias del Espíritu. La obsesión puede aumentar hasta que el objeto, la persona o la actividad que desea, ocupe un lugar más importante que el de nuestro Señor. Si dejamos que eso suceda, perderemos nuestra libertad en Jesucristo y quedaremos atrapados en una cárcel de pecado.

 

CONFESIÓN:

NO PERMITIRÉ QUE ABSOLUTAMENTE NADA NI NADIE PUEDA OCUPAR EN MI VIDA UN LUGAR MÁS IMPORTANTE QUE EL QUE TIENE MI SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO; ÉL SIEMPRE SERÁ PREEMINENTE PARA MÍ, ASÍ QUE NO LE DARÉ PASO A LA CONDESCENDENCIA EN MI VIDA.

 

ORACIÓN:

Dios Padre Celestial, El Emunah, Dios Fiel (Deuteronomio 32:4). Yo sé, mi Señor Jesús, que Tú, El Fuerte, eres completamente confiable, y sé que puedo confiar en Ti completamente, en esta vida y en el destino eterno. Por eso hoy quiero pedirte ayuda para que pueda yo ser igual de fiel a Ti, mi Señor Jesús, y no ser condescendiente con cualquier cosa que pueda apartarme de Ti, que pueda yo seguir tu ejemplo y no desmayar ni serte infiel, venga lo que venga o tenga que vivir cualquier circunstancia que tenga que vivir. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo por tu modelo de fidelidad a toda prueba. He orado en tu Poderoso Nombre, Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.