jueves, 4 de julio de 2019

REGALO ETERNO

 

1 JUAN 4:16-21 Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en Su amor. Dios es amor, y todos los que viven en amor viven en Dios y Dios vive en ellos; y al vivir en Dios, nuestro amor crece hasta hacerse perfecto. Por lo tanto, no tendremos temor en el día del juicio, sino que podremos estar ante Dios con confianza, porque vivimos como vivió Jesús en este mundo. En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios. Nos amamos unos a otros, porque Él nos amó primero. Si alguien dice: "Amo a Dios", pero odia a otro creyente, esa persona es mentirosa pues, si no amamos a quienes podemos ver, ¿cómo vamos a amar a Dios, a quien no podemos ver? Y Él nos ha dado el siguiente mandato: los que aman a Dios deben amar también a sus hermanos creyentes. (NTV)

 

El Amor de Dios para nosotros es un regalo eterno e incomparable.

El amor de Dios es un regalo eterno, no podemos hacer nada para merecerlo ni tampoco para interrumpirlo. El amor del Padre Celestial simplemente está allí; nada de lo que hagamos lo puede cambiar. Además, tenemos que entender que cuando intentamos pagar por un regalo que hemos recibido, afligimos al dador y revelamos nuestra falta de autoestima.

 

Mientras sintamos que tenemos que esforzarnos por ganar el amor del Padre Celestial, no podremos experimentarlo plenamente. Una persona puede estar tan ocupada tratando de hacerse digna del amor de Dios, que no permita que la naturaleza de Dios tranquilice su mente y corazón. Dios no simplemente es misericordioso; Él es Amor (Vs.16). Además, el amor de Dios pone a un lado los deseos personales con el fin de suplir las necesidades de la persona amada. En nuestro caso, la necesidad es la salvación. Somos pecadores, incapaces por nosotros mismos de relacionarnos con un Dios Santo, la justicia Divina exigía que pagáramos nuestra deuda de pecado, sin embargo, para expresar su amor, pero permaneciendo fiel a su justicia, Dios dispuso que un sustituto pagara la deuda, por eso envió a su Hijo a morir en la Cruz; allí, el Señor Jesús sufrió la agonía de separarse de su Padre. Por tanto, toda persona que confía en el sacrificio del Salvador jamás tendrá que experimentar el mismo sufrimiento.

 

Dios nos ha amado aun antes de que naciéramos; nos amó tanto que envió a su Hijo a morir en nuestro lugar, por tanto, no necesitamos ganar el regalo de su amor, que ya es nuestro y es eterno, solo necesitamos: (Salmo 46:10)

 

¡¡¡Estar quietos, y reconocer que Él es Dios!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

PUEDO ESTAR SEGURO Y TOTALMENTE CONFIADO DEL AMOR DE DIOS YA QUE ES PARTE DE SU NATURALEZA, ME LO HA DADO SIN CONDICIÓN Y ME PERTENECE DESDE ANTES DE LA CREACIÓN DEL MUNDO.

 

ORACIÓN:

Padre santo y Amoroso, El Kjesed, Dios de Amor Fiel e Inagotable (Salmo 25:6). Mi Señor y Salvador Jesucristo, el verdadero amor del Padre Celestial manifestado en una persona eres Tú. Gracias Señor porque eres en mí, presencia de amor perpetuo. Desde mi silencio siento como mi amor te busca y se funde con el tuyo, y en este maravilloso todo y uno, la luz, la paz y la armonía nos acercan en ese amor infinitamente. Gracias, mi amado Señor y Salvador Jesucristo por tu amor sin condición, sé que no hay nada ni nadie que pueda separarnos porque soy parte de Ti, esa parte que siempre cuidas y velas con esmero, paciencia, sabiduría, perdón y misericordia, por eso siempre estaré quieto reconociendo que eres Dios. Gracias Padre Celestial por el amor hecho vida para nosotros en tu Hijo amado y Señor nuestro, Jesucristo; he orado en su Poderoso Nombre ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.