lunes, 13 de marzo de 2017

ESCUCHEMOS

 

2 SAMUEL 7:18-22 Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y oró: ¿Quién soy yo, oh Señor Soberano, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí? Y ahora, Señor Soberano, sumado a todo lo demás, ¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! ¿Tratas a todos de esta manera, oh Señor Soberano? ¿Qué más puedo decirte? Tú sabes cómo es realmente tu siervo, Señor Soberano. Debido a tu promesa y según tu voluntad hiciste todas estas grandes cosas y las diste a conocer a tu siervo. ¡Qué grande eres, oh Señor Soberano! No hay nadie como Tú. ¡Nunca hemos oído de otro Dios como Tú! (N.T.V.)


©  Escuchemos a Dios. (Leer 2 Samuel 7)

De todos los héroes de la Biblia, de pocos se habla con tanto respeto como del rey David.

©  ¿Qué lo hizo tan especial? David se preguntó lo mismo (Vs.18).

La mejor respuesta es, simplemente, que él era un hombre que escuchaba a Dios.

 

La rectitud no es posible, a menos que escuchemos al Padre Celestial. Cuando lo hacemos, recibimos de Él guía, dirección, disciplina y aliento. Esto fue muy cierto en cuanto al pastor y rey David (Salmo 63:1-8). En los Salmos tenemos un hermoso cuadro de la vida de oración de David.

Notemos cuatro cosas que él hacía cuando meditaba en Dios:

1. Examinaba su pasado. Aunque David había cometido pecados graves, esos tiempos difíciles le enseñaron a ser humilde. Mirar hacia atrás lo ayudaba a recordar la fidelidad de Dios.

2. Reflexionaba acerca del carácter del Señor. Cuando nos enfocamos en los atributos de Dios, crecemos en nuestra comprensión de quién es Él. Esto daba como resultado una relación más personal e interactiva.

3. David recordaba las promesas de Dios. Sabía que el Señor había dirigido siempre, y con gran éxito, sus pasos.

4. Hacía peticiones a su Padre Celestial. Dios nunca tuvo en mente que nos defendiéramos en la vida solos. Él siempre está listo para actuar en beneficio nuestro.

 

Deténgase un momento y piense en cómo conversa usted típicamente con Dios. Si usted es el único que habla cuando ora, necesita hacer algunos ajustes. Así como el Señor le hablaba a David, Él tiene también muchas cosas que decirle a usted, si simplemente permite que le hable.

 

CONFESIÓN DE FE:

HARÉ UNA PAUSA EN MIS CONVERSACIONES CON DIOS, DE MANERA QUE PUEDA ESCUCHAR CON CLARIDAD SU VOZ Y SEGUIR SIN CONDICIÓN SUS INSTRUCCIONES PARA MI VIDA, PUES SÉ QUE ÉL ME GUÍA, DIRIGE, DISCIPLINA Y ALIENTA CUANDO LO ESCUCHO.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Jehová Shammah, Dios está allí, Dios que habita aquí (Ezequiel 48:35). Dios Omnipresente, Tú eres mi señor, el que está atento a mis oraciones, pero sé que también quieres que yo te escuche, por eso hoy vengo a tu Presencia a decirte que estoy dispuesto, listo para que me hables, me guíes, me dirijas, me disciplines o me alientes con tu apacible y melodiosa voz. Gracias mi Señor, porque puedo estar seguro que estás ahí, y siempre estaras para mi, atento a mis suplicas como yo esté atento a tu voz. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.