INFLIGIDAS
LUCAS 15:11-19… 31,32 Para ilustrar mejor esa enseñanza, Jesús les contó la siguiente historia:
Un hombre tenía dos hijos. El hijo menor le dijo al padre: "Quiero la parte de mi herencia ahora, antes de que mueras". Entonces el padre accedió a dividir sus bienes entre sus dos hijos. Pocos días después, el hijo menor empacó sus pertenencias y se mudó a una tierra distante, donde derrochó todo su dinero en una vida desenfrenada. Al mismo tiempo que se le acabó el dinero, hubo una gran hambruna en todo el país, y él comenzó a morirse de hambre. Convenció a un agricultor local de que lo contratara, y el hombre lo envió al campo para que diera de comer a sus cerdos. El joven llegó a tener tanta hambre que hasta las algarrobas con las que alimentaba a los cerdos le parecían buenas para comer, pero nadie le dio nada. Cuando finalmente entró en razón, se dijo a sí mismo: "En casa, hasta los jornaleros tienen comida de sobra, ¡y aquí estoy yo, muriéndome de hambre! Volveré a la casa de mi padre y le diré: 'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de que me llamen tu hijo. Te ruego que me contrates como jornalero'" …Su padre le dijo: "Mira, querido hijo, tú siempre has estado a mi lado y todo lo que tengo es tuyo. Teníamos que celebrar este día feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y ahora ha sido encontrado!".(NTV)
♥ De las necesidades auto infligidas, cuando la culpa es nuestra. (Leer Lucas 15:11-32)
Como vimos el viernes pasado, algunas necesidades son universales, necesidades que son comunes a todas las personas. Hoy nos enfocaremos en necesidades de otra clase: de las que surgen cuando la culpa es nuestra.
♥ Pensemos en el hijo pródigo. Este joven tenía todo lo que podía necesitar, vivía en una casa hermosa, tenía abundancia de comida y había sido criado dentro de una familia adinerada. Sin embargo, puso imprudentemente su mirada en lo único que no tenía: independencia. Quiso dejar de vivir bajo la sombra de su padre y su hermano mayor. A pesar de que lo tenía todo, quería vivir lejos de su padre. ¿El resultado? Este joven vivió a las mil maravillas, pero solo por un breve tiempo. Deseaba el placer que proporcionaba el éxito, pero sin prestar ninguna atención a las responsabilidades que exige la riqueza. Por tanto, se dirigió a un mundo de sufrimientos y carencias que nunca había experimentado antes. Y a nadie podía culpar, sino a sí mismo. Afligido, hambriento y completamente solo, el hijo pródigo sabía muy bien en qué lugar podría encontrar respuesta a sus necesidades. Entonces, al reconocer su culpa, cambió de dirección y se dirigió a su hogar.
Cuando estamos afligidos, por lo general tratamos de encontrar a alguien a quien culpar. Puede ser doloroso darse cuenta de que la falta es en realidad nuestra. Si esto describe su situación, usted puede, como el hijo pródigo, tragarse su orgullo y volver al Padre Celestial.
♥ Si así lo hace, descubrirá que Dios Padre ya está corriendo para encontrarse con usted, y listo para suplir otra vez sus necesidades.
CONFESIÓN DE FE:
PROCURARÉ NO GENERARME NECESIDADES POR CULPA DE MI REBELDÍA Y ORGULLO, POR EL CONTRARIO, LAS COLOCARÉ EN MANOS DEL SEÑOR Y DEJARÉ QUE SEA ÉL QUIEN SUPLA TODO LO QUE VERDADERAMENTE NECESITO Y ME CONVIENE.
ORACIÓN:
Padre Celestial, Jehová Jireh, el Señor que Provee (Génesis 22:14). Adonai, Rey de reyes y Señor de señores, hoy vengo a tu Presencia seguro de que todo lo ves y lo conoces, y estás consciente de nuestros problemas y necesidades. Y vengo a darte gracias, mi Señor Jesús, por haberte comprometido a proveer por todas las necesidades de tu pueblo, solo quiero pedirte hoy que pongas en mi un corazón agradecido y apercibido, para entender que Tú sabes lo que necesito y lo proveerás en el momento oportuno para Ti y el mas conveniente para mi, pero también sabes lo que no necesito y es por eso que me has enseñado a carecer. Gracias Dios Todopoderoso por ser completo y suficiente para mí, gracias porque tus promesas se hacen verdad cuando confío en tu provisión. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!
Juan Manuel Lamus O.