martes, 5 de abril de 2016

ALTO REFUGIO

 

SALMOS 18:1-3 Señor, te amo. ¡Tú eres mi fortaleza! El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador. Dios es mi refugio, Él me protege; mi escudo, me salva con su poder. Él es mi escondite más alto. Alabado sea el Señor; cuando le pedí ayuda, me salvó. (P.D.T.)

 

©  Para encontrar un verdadero refugio corramos a la Presencia de Dios.

Alguien cuenta la historia de algo que sucedió mientras su papá estaba cazando venados en un bosque. Con el rifle acunado en el hueco de sus brazos, su padre iba por un antiguo camino de leñadores casi borrado por la exuberante espesura. Caía la tarde y estaba pensando en regresar al campamento cuando oyó un ruido en los arbustos cerca de él. Antes de que tuviera oportunidad de levantar el rifle, un bultito castaño y blanco corrió hacia él a toda velocidad. Cuenta el amigo:

-  "Todo sucedió tan rápido, que papá apenas tuvo tiempo de pensar. Miro hacia abajo y allí estaba un conejito castaño, en extremo agotado, acurrucado contra sus piernas entre sus botas. La cosita temblaba como una hoja, pero allí estaba sin moverse.  Esto era sumamente raro. Los conejos silvestres tienen miedo de la gente, y ni siquiera es fácil llegar a ver alguno, mucho menos uno que venga y se siente en nuestros pies. Mientras papá trataba de encontrarle explicación a aquello, otro actor entro en la escena, más abajo en el camino una comadreja saltó al camino; cuando vio a mi padre, y a la que consideraba su presa sentada a sus pies, el predador quedo congelado, el hocico jadeante y los ojos con un brillo rojo. Entonces comprendió papá que había irrumpido en medio de un pequeño drama de vida y muerte en el bosque. El conejito, exhausto por la persecución, estaba a solo minutos de la muerte. Papá era su última esperanza de refugio. Olvidando su natural recelo y miedo, el animalito instintivamente se había pegado a él buscando protección de los afilados dientes de su implacable enemigo".

El hombre no lo decepcionó: alzó su rifle, apuntó y disparó al suelo justo debajo de la comadreja. El animal pareció saltar casi recto al aire y entró disparado hacia el bosque de nuevo, a la máxima velocidad que sus patas se lo permitían. Durante un rato el conejito no se movió. Siguió echadito allí, acurrucado entre los pies del hombre, mientras él le hablaba suavemente.

-  Ya se fue, conejito, no creo que te molestará por un tiempo. Parece que esta noche te has librado de la trampa.

Pronto el conejito se fue saltando, alejándose de su protector para entrar en el bosque.

 

¿A dónde corres, tú, en momentos de necesidad? ¿A dónde corres cuando te persiguen predadores como los problemas, las preocupaciones y los temores? ¿Dónde te escondes cuando tu pasado te persigue como un lobo implacable, tratando de destruirte? ¿Dónde buscas protección cuando las comadrejas de la tentación, la corrupción y la maldad amenazan con vencerte? ¿A dónde te vuelves cuando tu energía se agota, cuando la debilidad te embarga y sientes que no puedes huir por más tiempo?

©  ¿Te vuelves a tu protector, aquel que está firme con los brazos abiertos, esperando porque vuelvas y te refugies en la seguridad de todo lo que Él es?

 

CONFESIÓN DE FE:

EN DIOS ESTA MI SALVACIÓN Y MI GLORIA; EN DIOS ESTA MI ROCA FUERTE Y MI ESCONDITE, A ÉL CORRO SEGURO PUES ES MI AMPARO Y MI FORTALEZA, EN SUS BRAZOS ESTA MI ALTO REFUGIO.

 

ORACIÓN:

Padre Santo, El Sali, Dios de mi Roca (Salmo 62:7). Dios Grande y Poderoso eres Tu, eres mi defensor, mi refugio, mi protección de todo ataque. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás Tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí Tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, Aún allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Gracias Dios mío, porque Tu eres ese Alto Refugio, escondite seguro en tiempo de angustia, bajo tus alas estoy cubierto y tu Palabra es mi escudo. He orado en el Nombre de Jesús. Amén.

Juan Manuel Lamus O.