miércoles, 12 de abril de 2017

EL MESÍAS

 

MATEO 22:41-46 Entonces, rodeado por los fariseos, Jesús les hizo una pregunta:

-    ¿Qué piensan del Mesías? ¿De quién es hijo?

Ellos contestaron: Es hijo de David. Jesús les respondió:

-    Entonces, ¿por qué David, mientras hablaba bajo la inspiración del Espíritu, llama al Mesías "mi Señor"? Pues David dijo: "El Señor le dijo a mi Señor: 'Siéntate en el lugar de honor a mi derecha, hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies'". Si David llamó al Mesías "mi Señor", ¿cómo es posible que el Mesías sea su hijo?

Nadie pudo responderle, y a partir de entonces, ninguno se atrevió a hacerle más preguntas. (N.T.V.)


©  ¿De quién es hijo el Mesías?

Los fariseos detestaban que tantas personas creyeran que el hombre que estaba frente a ellos era el Mesías. Este vulgar galileo no tenía ningún abolengo. Es verdad que podía dejar asombradas a las personas con su inexplicable sabiduría, pero sin duda no era, según ellos, el Rey que había venido.

 

No solo respondieron de manera equivocada, sino que también hicieron la pregunta equivocada. Pensaban que la prominencia cada vez mayor de Cristo simplemente aumentaba la posibilidad de que Él fuera el Mesías que había llegado. Pero Cristo les señaló una verdad más profunda, de la que dependía la salvación del hombre. (Vs.42) Ellos sabían la respuesta, así como también tenían conocimiento de los rumores en cuanto a este lejano descendiente de David. Pero David tenía muchos descendientes. El Cristo sería, respondieron: "hijo de David". Pero cuando Él les pregunta que cómo es posible eso si David lo llama Señor (Vs.43,44), se refería al Salmo 110, en el que el Espíritu Santo habla por medio de David para explicar la Divinidad de Cristo. Los fariseos pensaban que este debate era sobre si Cristo era el Mesías, pero en un instante, Cristo llevó la conversación a un nivel más alto. Sus interlocutores eran testarudos, pero inteligentes, reconocieron la implicación de la pregunta que les fue hecha. Por supuesto, David no habría llamado "Señor" a un descendiente suyo después de muchas generaciones, pues un rey daría ese honor solamente al Dios vivo. Cristo estaba señalándoles a ellos, y también a nosotros, la sorprendente verdad de que Él es Rey, Salvador y Dios. Tal afirmación era exorbitante, pero también el único camino a la salvación.  Esto aterrorizó a los fariseos, así que se quedaron en silencio, "y desde ese día ninguno se atrevía a hacerle más preguntas" (Vs. 46). Dios nos perdona cuando estamos de igual modo en silencio.

©  Cristo es el Dios resucitado. Cuéntele eso al mundo, y puede hacerlo así:

 

CONFESIÓN DE FE:

DIOS SE HIZO CARNE, VIVIÓ SIN PECAR HASTA LA MUERTE, Y RESUCITÓ PARA VIDA ETERNA, DESTRUYENDO ASÍ AL PECADO Y A LA MUERTE SOBRE LA HUMANIDAD. DIOS SE HIZO HOMBRE PARA QUE EL HOMBRE PUDIERA VOLVER A DIOS.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, Elohim Yishi, Dios de nuestra Salvación (Salmo 25:5). Mi Señor, Dios y Salvador Jesucristo, yo sé que la salvación está en Ti, no en un sistema de creencias o de buenas obras, y que tu viniste a buscar y a salvar a los que están perdidos, y ya que la salvación debe ser personal, que El Todopoderoso debe ser el Dios de mi salvación, hoy clamo a Ti para que me des la sabiduría necesaria y que, con esfuerzo y valentía, pueda llevar ese mensaje de salvación a todo aquel que pongas en mi camino, que no te conoce y que por lo tanto este perdido. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por tu sacrificio, porque por él yo también he muerto a mi vieja vida y resucitado a una nueva vida en Ti; he orado en tu glorioso nombre. Amén.


Juan Manuel Lamus O.