viernes, 16 de enero de 2015

OBEDIENCIA

OBEDIENCIA

 

2 REYES 5:10-14 Eliseo le mandó a decir mediante un mensajero: "Ve y lávate siete veces en el río Jordán. Entonces tu piel quedará restaurada, y te sanarás de la lepra". Naamán se enojó mucho y se fue muy ofendido. "¡Yo creí que el profeta iba a salir a recibirme! dijo. Esperaba que él moviera su mano sobre la lepra e invocara el nombre del Señor su Dios ¡y me sanara!  ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que cualquier río de Israel? ¿Por qué no puedo lavarme en uno de ellos y sanarme?". Así que Naamán dio media vuelta y salió enfurecido. Sus oficiales trataron de hacerle entrar en razón y le dijeron: "Señor, si el profeta le hubiera pedido que hiciera algo muy difícil, ¿usted no lo habría hecho? Así que en verdad debería obedecerlo cuando sencillamente le dice: ¡Ve, lávate y te curarás!". Entonces Naamán bajó al río Jordán y se sumergió siete veces, tal como el hombre de Dios le había indicado. ¡Y su piel quedó tan sana como la de un niño, y se curó! (N.T.V.)

 

©      El que obedece, no se equivoca, y asegura la bendición de Dios sobre su vida.

La sanidad de Naamán, general del ejército del rey de Siria, fue realmente algo poco común que desafió la inteligencia de este hombre. El había recibido el mandato del profeta Eliseo de lavarse siete veces en las aguas del Río Jordán y la respuesta inicial del general fue negativa. El pensaba que había mejores aguas donde zambullirse y ser sanado, pero Naamán no fue sanado hasta que le hizo caso al profeta de Dios.

 

Esto nos enseña que cuando Dios ha dicho algo, es conveniente obedecerle, para ver posteriormente los resultados positivos que Él ha prometido, pues es claro que el que obedece no se equivoca y, muy seguramente, es la mejor forma de asegurar las bendiciones de Dios sobre nuestras vidas.

Quizás las aguas de otros ríos eran mejores que las del Jordán, pero Dios había dado una orden y: Se obedecía o No se obedecía.

 

En este tiempo de su vida, usted ha recibido una palabra u orden de Dios para que la obedezca, y en su interior existe una lucha titánica pues usted no comprende porque Él le ha dicho que usted haga eso.

©      La obediencia a Dios siempre desata Su bendición sobre nuestras vidas.

La vida nos ha enseñado que cuando no coincidimos con lo que Dios dice, los equivocados siempre somos nosotros y nunca el Señor, pues Él es el Camino de Verdad que conduce a la Vida. La verdadera obediencia a Dios está basada en una fe ciega, y a la vez fundamentada en la realidad visible de la Palabra de Dios.

 

CONFESIÓN DE FE:

DECIDO OBEDECER A DIOS AUNQUE NO LO ENTIENDA, CON LA SEGURIDAD DE QUE EL RESULTADO SERÁ DE BENDICIÓN PARA MI VIDA, PUES ESTOY CONVENCIDO QUE EL QUE OBEDECE, NO SE EQUIVOCA.

 

ORACIÓN:
Señor Jesús, El Emet, el Dios de la Verdad (Salmo 31:6). Tu, e
l Todopoderoso eres la fuente última de la realidad, todo lo que se relaciona contigo es verdad y es real. Por eso te pido hoy que quiebres mi orgullo y mis pensamientos, pues ellos quieren impedirme obedecerte. Forma en mí, por tu Espíritu Santo, el hábito de la obediencia, de manera que sea una manera de vivir, un nuevo estilo de vida y poder así también modelárselo a los que me rodean. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por Tu ejemplo de obediencia y obediencia hasta la muerte. Amén.

 

Juan Manuel Lamus O.