martes, 22 de marzo de 2016

LIMPIEZA

 

MATEO 21:12-17 Y entro Jesús en el Tempo de Dios y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo:

-      Está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

Y vinieron a Él en el Templo ciegos y cojos y los sano. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el Templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! Se indignaron, y le dijeron:

-      ¿Oyes lo que estos dicen? Y Jesús les dijo:

-      Si; ¿Nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?

Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y poso allí. (V.R.V.)

 

©  La limpieza del Templo, nuestro llamado a la salvación y la santificación.

Para los discípulos, el Domingo de Ramos debió de haberles parecido un sueño. Mientras seguían al Señor en el área del Templo, sus voces debieron de haber sido ahogadas por el clamor de las personas.

 

El patio de los gentiles, la única área a la que podían entrar los no judíos, se había convertido en un mercado al aire libre. El Maestro y sus seguidores se abrían paso a duras penas a través de la multitud de clientes que regateaban con los comerciantes, y que gritaban para hacerse oír por sobre el ruido del ganado y de las palomas utilizadas para los sacrificios. Otros peregrinos se apiñaban alrededor de los mercaderes y protestaban por las tarifas abusivas para adquirir la moneda del Templo. Cristo había visto suficiente. Irrumpió en el patio, volcó las mesas y las sillas de los comerciantes, mientras conducía a los animales a la salida en medio de un gentío que luchaba por recoger el dinero tirado al suelo. Por último, cerró el paso para impedir que atravesaran el Templo con las mercaderías (Marcos 11:16). Los discípulos debieron estar atónitos, pues esperaban que el Mesías juzgara a sus opresores, no a su pueblo y su Templo. Por último, el Señor alzó su voz por encima del griterío, para recordarles un pasaje que al parecer habían olvidado:

-  "¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones" (Marcos 11:17).

La muchedumbre estaba asombrada, pero los líderes religiosos se sintieron ofendidos y comenzaron a planear su muerte (Marcos 11:18).

 

CONFESIÓN DE FE:

LAS ACCIONES DE JESUCRISTO EN EL TEMPLO ENFATIZABAN CUÁN DESMEDIDA ES LA OFERTA DE SALVACIÓN. ÉL DEMOSTRÓ QUE NADIE DEBE RESTRINGIR O ESTORBAR A QUIENES DIOS LLAMA PARA SALVACIÓN, Y YO NO SERÉ UNO DE ELLOS.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, El Yeshuati, Dios de mi Salvación (Isaías 12:2). Mi amado Rey y Señor, estoy plenamente convencido que Tú mismo eres la fuente de salvación, y quieres salvar a toda la humanidad, y es por eso que cada individuo debe personalmente conocerte como el "Dios de Mi Salvación", el Mesías, nuestro Redentor. Gracias Señor quiero darte hoy por haber llegado a mi vida para limpiar el templo de mi corazón, por eso hoy quiero decirte "Hosanna al Hijo de David", sálvame, límpiame y purifícame, pues yo quiero ser un refugio de tu amor para aquellos que aun no han tenido la oportunidad de conocerte, que mi vida y mi testimonio sean de bendición y no un estorbo para la salvación y santificación de los que me rodean. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.

Juan Manuel Lamus O.