viernes, 4 de marzo de 2022

VIDA VICTORIOSA

 

1 SAMUEL 17:20-26 Así que temprano a la mañana siguiente, David dejó las ovejas al cuidado de otro pastor y salió con los regalos, como Isaí le había indicado. Llegó al campamento justo cuando el ejército de Israel salía al campo de batalla dando gritos de guerra. Poco tiempo después las fuerzas israelitas y filisteas quedaron frente a frente, ejército contra ejército. David dejó sus cosas con el hombre que guardaba las provisiones y se apresuró a ir hacia las filas para saludar a sus hermanos. Mientras hablaba con ellos, Goliat, el campeón filisteo de Gat, salió de entre las tropas filisteas. En ese momento, David lo escuchó gritar sus ya acostumbradas burlas al ejército de Israel. Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron, comenzaron a huir espantadas.

-      ¿Ya vieron al gigante? preguntaban los hombres.

-      Sale cada día a desafiar a Israel. El rey ha ofrecido una enorme recompensa a cualquiera que lo mate. ¡A ese hombre le dará una de sus hijas como esposa y toda su familia quedará exonerada de pagar impuestos!

David les preguntó a los soldados que estaban cerca de él:

-       ¿Qué recibirá el hombre que mate al filisteo y ponga fin a su desafío contra Israel? Y, a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente? (NTV)

 

De la seguridad que podemos encontrar en la confianza en Dios para derrotar los gigantes que se nos presenten en el camino y así, de la mano de Él y siendo obedientes a su instrucción, tener una vida victoriosa. (Leer 1 Samuel 17:12-51)

 

En el pasaje que estudiamos hoy, vemos que el ejército filisteo estaba listo para la batalla. David, apenas un muchacho, había viajado desde su casa hasta el frente de batalla para saber de sus hermanos y llevarles comida. Allí escuchó las amenazas del famoso Goliat contra Israel. El joven israelita se indignó tanto que gritó desafiante:

🗣 ¿Quién es este gigante para desafiar el ejército del Señor?

Pero, además, David sintió la dirección de Dios y obedeció. Entonces se produjo un enfrentamiento entre un gigante y un muchacho. Pero debido a que el Dios Todopoderoso estuvo del lado del joven, Goliat y todo el ejército filisteo fueron derrotados en ese día glorioso para el pueblo de Dios.

 

Esta es una historia sorprendente; rara vez oímos de milagros como éste. Pero nosotros, al igual que David, podemos vivir victoriosamente, incluso en medio de circunstancias aterradoras; sin embargo:

1.     Tenemos que entender al éxito desde la perspectiva del Señor. Nuestras expectativas y metas deben alinearse con la Palabra de Dios; luego el Padre Celestial nos dirige, y entonces seguimos adelante con confianza.

2.    Como David, se debe tener una idea clara de lo que se quiere lograr. Las expectativas deben ser lo suficientemente claras para ponerlas por obra. Por ejemplo, la meta de David era liberar al pueblo de Dios de sus enemigos. Nuestras metas pueden ser grandes y para toda la vida, como ser ejemplos de dependencia del Señor para nuestros hijos. Otras metas, como dedicarle una noche a la familia cada semana, son más fáciles de lograr.

 

Ya se trate de un problema como el de David, o de una tarea más fácil, usted debe tener una vida con propósito, así que pida dirección y propósito al Señor al poner por obra sus expectativas, ya sean grandes o pequeñas.

El mismo Dios que condujo a David a la victoria, desea dársela a usted también hoy.

 

¡¡¡En vez de fijar mi atención en el obstáculo, me enfocaré

en la grandeza de mi Dios, pues sé que, si confío en Él y le obedezco,

Su Espíritu me equipará para enfrentar cualquier gigante,

y mi fe en la victoria que ya me ha dado lo glorificará!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

YO TENGO UNA FE QUE ME LLEVA A LA VICTORIA, GRACIAS A QUE EN CRISTO TODO LO PUEDO, ENTONCES MANTENDRÉ EL ENFOQUE, PERMITIENDO QUE EL OBRE POR MEDIO DE MIS CONVICCIONES, Y SIENDO ESFORZADO Y VALIENTE.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Jehová Nissi, Dios mi Estandarte (Éxodo 17:15). Mi amado Rey y Señor Jesús, Tú eres mi estandarte para la guerra y mi milagro asegurado, pues en medio de las batallas de la vida te puedo ver Alto y Levantado, así que no hay ningún "Goliat" que me pueda vencer, entonces sé que, si mantengo mis ojos puestos en Ti, con el enfoque correcto y te sigo tu dirección con perseverancia y sin condiciones tendré una vida victoriosa. Por todo esto y mucho más quiero darte gracias hoy, Dios y Señor mío, porque sé que mi pasado, mi presente y mi futuro están en tus poderosas, misericordiosas y sabias manos, ¿en qué otro mejor lugar podrían estar? He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri