martes, 22 de agosto de 2017

CONFIADAMENTE

 

HEBREOS 4:13-16 No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas. Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos. (N.T.V.)


©  De cómo acercarnos confiadamente al Trono de la Gracia.

©  ¿Se ha preguntado usted alguna vez cómo es el cielo? Si pudiera crear al cielo según sus propias especificaciones, ¿qué habría en él?

Al principio, la pregunta parece fácil; de inmediato vienen a su mente unas cuantas ideas. Pero, después de varios minutos de consideración seria, se hace evidente que no podríamos pensar en cosas que darían satisfacción eterna.

©  ¿Cómo podríamos hacerlo, a menos que ya lo hubiéramos experimentado?

La triste verdad es que la gente pasa mucho tiempo buscando algo, o a alguien, solo para llegar a la conclusión de que su meta no era en realidad lo que querían. El problema es que, si no contamos con ayuda, no sabemos en verdad lo que queremos.

 

Esta es una de las razones por la que tenemos un gran Sumo Sacerdote presidiendo en el Trono de la Gracia. El pasaje que estudiamos hoy nos dice que "no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Vs.13-RV). En otras palabras, Jesucristo ve lo que en realidad queremos y necesitamos, aunque nosotros no reconozcamos lo que eso pudiera ser. Él sabe cómo encontrar lo que nos duele, para poder aplicar allí el bálsamo aliviador. Y lo que es aún mejor, Él nos alienta amorosamente a acercarnos confiadamente al Trono de la Gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Vs.16).

©  Pidámosle al Espíritu de Dios que nos ponga en la posición correcta para que cada una de nuestras oraciones lleguen a ser un acercamiento reverente a la infinita majestad de lo alto, al Trono de la Gracia.

 

CONFESIÓN DE FE:

TENGO POR SEGURO QUE MI SUMO SACERDOTE, JESÚS, CONOCE LOS VERDADEROS DESEOS DE MI CORAZÓN, Y LO ESTÁ ALISTANDO PARA EL CIELO QUE YA HA PREPARADO, Y PUEDO AHORA ACERCARME A SU TRONO DE GRACIA CONFIADAMENTE.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, El Elyon, El Altísimo (Génesis 14:18). Mi amado Rey y Señor, el Libro de los libros, tu Sagrada Palabra, la Santa Biblia me invita cada día a entrar al Trono de la Gracia y al depósito de las reservas celestiales a través de la oración; este es un gran y único privilegio, puedo llegar confiadamente ante tu Presencia y llenar mi corazón con tu Gracia a través del maravilloso camino de la oración. Gracias por preparar ese camino para mí en este día y por siempre ayúdame, Espíritu Santo, pon en mí el deseo de orar, yo pondré la disciplina y Tú, Padre Celestial, pondrás el deleite. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por darme acceso sin reservas al Trono de la Gracia. Amén.


Juan Manuel Lamus O.