REDIMIDOS
GÁLATAS 3:10-14 …los que dependen de la ley para hacerse justos ante Dios están bajo la maldición de Dios, porque las Escrituras dicen: "Maldito es todo el que no cumple ni obedece cada uno de los mandatos que están escritos en el libro de la ley de Dios". Queda claro, entonces, que nadie puede hacerse justo ante Dios por tratar de cumplir la ley, ya que las Escrituras dicen: "Es por medio de la fe que el justo tiene vida". El camino de la fe es muy diferente del camino de la ley, que dice: "Es mediante la obediencia a la ley que una persona tiene vida". Pero Cristo nos ha rescatado de la maldición dictada en la ley. Cuando fue colgado en la Cruz, cargó sobre Sí la maldición de nuestras fechorías. Pues está escrito: "Maldito todo el que es colgado en un madero". Mediante Cristo Jesús, Dios bendijo a los gentiles con la misma bendición que le prometió a Abraham, a fin de que los creyentes pudiéramos recibir por medio de la fe al Espíritu Santo prometido. (NTV)
♥ De la importancia de entender que Jesucristo es nuestro redentor, pues Él decidió pagar con su Sangre la "fianza espiritual" para hacernos libres de la maldición de la ley y limpios de todo pecado.
¡¡¡En la Cruz del Calvario, Dios Padre trató a Su Hijo Amado Jesús
como si Él viviera nuestra vida, de modo que el mismo Dios Padre
pueda tratarnos a nosotros como si viviéramos la vida del Señor Jesús!!!
Cuando una persona es detenida por la policía y llevada a la cárcel, algunas veces en un momento determinado el juez de la causa determina una fianza de dinero para su posible liberación. Con esa suma de dinero, si se paga, la persona queda libre y puede salir. Si alguna persona no puede pagar la fianza debe quedar tras las rejas. Algo similar a esto ha sucedido en el mundo espiritual cuando nos convertimos a Cristo y llegamos a ser verdaderos cristianos. Debido a nuestro propio pecado, quedamos ligados al reino de las tinieblas y condenados a vivir en maldición, éramos culpables de muerte pues la Biblia dice que "la paga del pecado es la muerte" (Romanos 6:23). Para ser liberados y limpiados, alguien decidió pagar la "fianza espiritual" y eso lo hizo el Señor Jesucristo cuando fue a la Cruz del Calvario.
✞ Allí fuimos redimidos por la Sangre de Cristo.
El pago no fue una suma de dinero sino la vida misma de nuestro Señor. La palabra "redimir" significa: "rescatar a un cautivo pagando un precio". Esto fue lo que hizo Jesús por todos, pero esta realidad sólo es para aquellos que por fe la aceptan. La Biblia promete legalmente muchas cosas pero serán nuestras prácticamente, solo cuando decidamos tomarlas por fe. Acceder a la salvación es un paso voluntario de fe, de nada sirve que nos obliguen, pues es algo personal entre Dios y nosotros. Como alguien dijo: "Dios tiene hijos, no nietos".
☝🏼 Cada uno debe en un momento de su vida determinar qué rumbo seguir:
1. Lejos de Cristo cautivo en el pecado y bajo la maldición de la ley, o
2. Con Cristo libre y limpio en el Reino de la bendición.
Ninguna religión del mundo pudo, no puede, ni podrá siquiera igualar lo magnífico y poderoso que ha hecho nuestro Dios cuando Jesucristo fue a la Cruz del Calvario.
✞ ¡Allí cambió totalmente nuestro destino eterno!
CONFESIÓN DE FE:
SÉ QUE ANTES VIVÍA BAJO MALDICIÓN, PERO AHORA HE SIDO RESCATADO GRACIAS A LO QUE CRISTO DECIDIÓ HACER EN LA CRUZ DEL CALVARIO, PAGAR CON SU SANGRE MI FIANZA ESPIRITUAL PARA QUE YO SEA LIBRE Y LIMPIO DE TODO PECADO.
ORACIÓN:
Dios y Señor Nuestro, Jesucristo, el Góel, el Redentor (Tito 2:14). Mi amado Señor y Salvador Jesucristo, nuestro único posible y verdadero Redentor, yo sé que un redentor es aquel que libera a otro de una dificultad, peligro o esclavitud, usualmente con el pago de un rescate; y sé que Tú, mi amado Jesús, eres el Supremo Redentor, quien dio Su vida en la Cruz del Calvario como rescate por nosotros, los que en Ti creemos y en Ti confiamos; con tu Sangre has pagado la "fianza espiritual" para liberarnos de la ley y con la Gracia limpiarnos de todo pecado. Por eso hoy te digo: ¡Gracias por tu redención mi Señor y Salvador Jesucristo! He orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!
Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri