viernes, 26 de febrero de 2016

PROCESO DE MUERTE

 

JUAN 12:23,24

Jesús respondió: "Ya ha llegado el momento para que el Hijo del Hombre entre en su gloria. Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas". (N.T.V.)

 

©  Este principio no habla de muerte física, habla de muerte al "Yo", a ese rey interno personal, y lo podemos asemejar al ser quebrantado.

"Morir" es un proceso en la "vida" del discípulo que viene como resultado de la decisión de negarse a sí mismo, renunciando a las metas, intereses, gustos, creencias y conceptos personales que lo alejen del propósito de Dios, con el fin de glorificar a Cristo y que  la voluntad de Dios se  establezca en su vida, en lugar de su propia voluntad. Morir es llevarle la contraria a lo que deseamos; en el Reino de Dios, la palabra se refiere a un elemento clave del proceso de la santificación, que es beneficioso para nuestro crecimiento espiritual.

 

En el momento de la salvación, recibimos una nueva naturaleza que desea agradar a Dios, pero todavía conservamos nuestras viejas actitudes egoístas. Estos hábitos, actitudes y valores arraigados tienen un tema común: un deseo interior de actuar apartados del Señor.

Para caminar con el Señor, entenderlo y obedecerlo debemos renunciar:

1. A nuestra propia justicia que dice: "Yo sé lo que es correcto".

2. A nuestra terquedad que afirma: "Sé qué es lo mejor para mí".

3. A nuestro egocentrismo que declara: "Lo más importante es lo que yo quiero".

 

El proceso de muerte es uno de los instrumentos de Dios para reemplazar nuestras actitudes egoístas por las de Cristo. Durante este difícil pero tan importante proceso, el Espíritu Santo trabaja para eliminar todo obstáculo que impida nuestra total entrega al señorío de Cristo, y la obediencia a Él.

©  ¿Por qué nos resistimos a renunciar a nuestro plan por el de Dios?

Porque a veces estamos tan enredados en las cosas del mundo, que no queremos dejarlas. En otras ocasiones podemos temer lo que sucederá si seguimos la voluntad de Dios. Si nos resistimos a la dirección del Espíritu Santo, nuestra relación con el Padre Celestial sufrirá, nuestra influencia y servicio se verán afectados negativamente.

 

CONFESIÓN DE FE:

SI COOPERO CON EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN, PODRE DESCUBRIR QUE EL PODER DE DIOS PARA CAMBIAR MI VIDA SE POTENCIARA POR MEDIO DE LA MUERTE AL YO.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Jehová Mekaddesh, el Señor que me Santifica (Ezequiel 37:28). Mi amado Rey y Señor, se que la santidad viene buscando de tu presencia, y mientras más nos acerquemos más santos seremos. Dios mío, Tu nos has apartado como un pueblo escogido, santo para Ti, un real sacerdocio, un pueblo propio, por lo cual yo se que Tu limpias nuestro pecado y nos ayudas a madurar por medio del quebrantamiento. Sé que hemos sido apartados, hechos santos y redimidos por la sangre de Jesucristo, por lo tanto es mi deseo, con la ayuda del Espíritu Santo, continuar viviendo una vida digna y que te agrade a Ti. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por ayudarme a madurar por medio de tus procesos. Amén.


Juan Manuel Lamus O.