martes, 14 de julio de 2020

LUCHAS

 

2 CORINTIOS 12:7-10 Precisamente para que no se me suban los humos a la cabeza, tengo una espina clavada en mi carne: se trata de un agente de satanás que me da de bofetadas para que no me ensoberbezca. Tres veces he pedido al Señor que me libre de esto y otras tantas me ha dicho:

-      "Te basta Mi gracia, porque Mi fuerza se realiza plenamente en lo débil".

Con gusto, pues, presumiré de mis flaquezas, para sentir dentro de mí la fuerza de Cristo. Por eso me satisface soportar por Cristo flaquezas, ultrajes, dificultades, persecuciones y angustias, ya que, cuando me siento débil, es cuando más fuerte soy. (BLPH)

 

De cómo las luchas de la vida nos llevan, al caminar por fe, a "experimentar el poder de Cristo", a confiar en Dios, a alabarlo y a vivir agradecidos por su cuidado y protección permanentes.

 

Historia anónima de la vida real:

Mi madre vive sola. Hace ocho años que mi padre murió. Ella no puede salir sola excepto a dar caminatas cortas. Tiene muchas dificultades con su memoria corta. Las conversaciones se limitan a unos cuantos comentarios repetidos.

Sin embargo, en estos días mi madre me dijo algo profundo:

-       Hijo, el otro día estaba pensando en mis problemas y decidí que no tengo nada de qué quejarme. Dios me está cuidando y tengo gente que me ayuda. Mi único problema es que no puedo acordarme de nada, y tengo muchos lápices y papel para escribirlo todo… ¡así que puedo caminar por fe!

 

En el pasaje que estudiamos hoy podemos ver que el apóstol Pablo luchaba con lo que él llamaba "un aguijón en la carne" (Vs.7), el cual hasta ahora no se ha podido determinar que era. Pero descubrió que, en su debilidad, él experimentaba "el poder de Cristo" (Vs.9). El apóstol dijo, y hoy yo lo afirmo también:

 

¡¡¡Es por esto por lo que me deleito en mis debilidades, y en los insultos,

en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo,

pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte!!!

(2 Corintios 12:10 RVA'15)

 

Todos tenemos luchas. Éstas se pueden relacionar con la edad, la salud, la paz mental, las finanzas, las relaciones o miles de otras dificultades, como las que supuestamente estamos pasando en estos tiempos de pandemia. Pero si de verdad disponemos nuestro corazón a confiar en Dios, a caminar por fe, y si permanecemos agradecidos incluso en medio de nuestros problemas y dificultades, es más probable que reconozcamos que:

¡No tenemos nada de qué quejarnos!

 

CONFESIÓN DE FE:

SÉ QUE EN MIS DEBILIDADES Y MIS DIFICULTADES PODRÉ VER EL PODER DE CRISTO EN ACCIÓN, DE MANERA QUE VIVIRÉ AGRADECIDO POR SUS CUIDADOS Y CONFIADO EN SU PROPÓSITO PARA MI VIDA. ENTONCES, CAMINARÉ POR FE.

 

ORACIÓN:

Dios y Señor Nuestro, Elohim Tehilati, Dios de mi Alabanza (Salmo 109:1). Mi amado Rey y Señor Jesucristo, sé que me cuesta decírtelo, pero hoy lo hago con convicción: Gracias mi Señor, por la enfermedad, por el fracaso, por la desilusión, por el insulto, por el engaño, por la injusticia, por la soledad, por el fallecimiento de mis seres queridos. Tú sabes cuán difícil ha sido aceptarlo; quizás estuve al punto de la desesperación, pero ahora me doy cuenta de que todo esto me acercó más a Ti, Tú sabes por qué permitiste cada cosa en mi vida, y no creo que nada malo venga de Ti para mi. Pero más quiero decirte gracias, mi Señor y Salvador Jesucristo, por la fe que me has dado, por esa fe que se tambaleó cuando tantas veces encorvado bajo el peso del desánimo y en medio de mis luchas Tú nunca dejaste de fortalecerme y me hiciste caminar por fe en el sendero de la verdad, a pesar de la oscuridad, por eso hoy oro fervientemente en tu Poderoso Nombre, Jesús ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.