LA FE
HEBREOS 11:1 Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (RV60)
MARCOS 11:22-24 Entonces Jesús dijo a los discípulos:
Tengan fe en Dios. Les digo la verdad, ustedes pueden decir a esta montaña: "Levántate y échate al mar", y sucederá; pero deben creer de verdad que ocurrirá y no tener ninguna duda en el corazón. Les digo, ustedes pueden orar por cualquier cosa y si creen que la han recibido, será suya. (NTV)
♥ Para iniciar esta serie de devocionales acerca de "La Fe", hoy veremos la definición y la exhortación bíblicas más conocidas de lo que ella es verdaderamente, y lo que puede lograr para nuestra vida. Y para eso lo primero es que como verdaderos seguidores de Jesucristo podemos estar seguros de que:
Caminar por "El Sendero de la Fe", con la convicción y la certeza
de su poder, vencerá nuestros temores y moverá la mano
del Dios de los imposibles a nuestro favor, pues…
¡¡¡La Fe es el mayor recurso que tenemos
para producir todo lo que necesitamos!!!
☝🏼 Cuenta un agricultor:
Los campos se secaron y se achicharraron por la falta de lluvia, y las cosechas se marchitaban de sed. La gente del pueblo estaba ansiosa e irritable, mientras buscaba en el cielo alguna señal de alivio. Los días se volvieron áridas semanas, la tan necesitada lluvia no llegaba. Los ministros de las diferentes iglesias locales convocaron a una hora de oración en la plaza del pueblo para el siguiente sábado. Este sábado al mediodía, la gente del pueblo respondió en masa, llenando la plaza con caras ansiosas y corazones llenos de esperanza. Los ministros se asombraron al ver la variedad de objetos que los idólatras concurrentes traían entre sus piadosas manos: libros sagrados, cruces, rosarios, camándulas, Biblias, figuras de santos, etc. En el centro de la manifestación, un símbolo de fe pareció ensombrecer a los demás:
☂︎ Un niño de nueve años había llevado un paraguas.
Entonces un ministro le preguntó por qué llevaba un paraguas si no había llovido en tanto tiempo, a lo cual el niño le contestó:
- "Ministro, yo vengo caminando por el sendero de la fe, con la convicción y la certeza de que ella producirá lo que necesito".
Cuando la hora de oración y súplica terminó, como si se tratara de un mandato mágico, la lluvia comenzó a caer. Las felicitaciones y expresiones de alegría se extendieron entre la multitud, mientras sostenían en alto sus atesorados objetos de idolatría. El niño simplemente dio gracias y alabo a Dios, y abrió su paraguas, mientras los demás corrían a protegerse del aguacero.
A Dios no le agrada la idolatría, ella conlleva en sí misma el temor que nos impide caminar por "El Sendero de la Fe", centrada solo en Él. Dios mismo instituyó y recibe la oración y la fe como la verdadera y amplia adoración a su majestad y su grandeza. Los símbolos de la idolatría no tienen ningún sentido cuando estamos seguros de un Dios que está vivo y vela por todas nuestras necesidades, cuando creemos firmemente en Él y tenemos la certeza de su actuar a nuestro favor.
♥ Esta es una simple y sencilla condición que debemos tener en cuenta y poner en práctica en nuestra vida devocional.
CONFESIÓN DE FE:
PONDRÉ EN PRÁCTICA MI DEVOCIÓN A DIOS CAMINANDO POR "EL SENDERO DE LA FE", ES DECIR POR MEDIO DE LA ORACIÓN Y LA FE EN ACCIÓN; Y NO POR MEDIO DE ELEMENTOS QUE ME LLEVEN A LA VANA IDOLATRÍA.
ORACIÓN:
Dios Omnipotente, El Eloeh, Dios Fuerte, Poderoso y Prominente (Génesis 33:20). Mi amado y único Dios y Señor, Jesucristo, gracias quiero darte hoy por tu infinita misericordia y atención a todas mis necesidades, yo estoy seguro de Ti, de un Dios que todo lo sabe de antemano y conoce claramente mis necesidades, tengo plena confianza en Ti, por eso creo en tu infinita misericordia y capacidad para suplirlas de acuerdo con las riquezas en Gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). Estoy amparado por tu amor y tu fortaleza, y todos esos atributos que hacen que mi fe esté centrada en Ti y no en objetos o creencias erróneas que por temor me lleven a la idolatría. Gracias, mi Señor y Salvador Jesús por ser el consumador de mi fe; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!
Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri