jueves, 28 de marzo de 2019

ALFARERÍA

 

ISAÍAS 64:8,9 Y a pesar de todo, oh Señor, eres nuestro Padre; nosotros somos el barro y Tú, el alfarero. Todos somos formados por tu mano. No te enojes tanto con nosotros, Señor; por favor, no te acuerdes de nuestros pecados para siempre. Te pedimos que nos mires y veas que somos tu pueblo. (NTV)

 

Una excelente lección de alfarería espiritual.

Decidí seguir el ejemplo del profeta Jeremías, quien visitó el taller de un alfarero por petición del Señor (Jeremías 18:1-6).

 

Así que investigué sobre una escuela de cerámica para observar una clase, aprendí que:

1.     El alfarero tiene poder sobre el barro.

Puede hacer con él lo que le plazca. Nosotros, los seres humanos, tenemos un libre albedrío limitado, ya que la voluntad de Dios es más grande. Por eso, aunque intentemos resistir su mano escultora, Él sigue trabajando hacia su objetivo. El gran Alfarero se ha propuesto lograr un diseño particular en nosotros y tiene un plan para que el mismo tome forma.

2.    El Alfarero trabaja la arcilla con paciencia.

Puesto que Dios sabe que la madurez espiritual no puede ser precipitada, Él forma nuestro carácter Cristo céntrico lentamente, con una experiencia a la vez. Lo que significa que Él es perseverante, ya que la arcilla humana a veces se sale del centro del torno y pierde la forma. De la misma manera que solo se puede dar forma a la arcilla cuando ella está centrada en el torno, nosotros debemos mantenernos dentro de la voluntad del Padre para crecer espiritualmente.

3.    El Alfarero mantiene firme la arcilla.

Como la arcilla siempre tiende a salirse del centro del torno, el alfarero, con sus manos, la afirma permanentemente. El Señor maniobra para traer otra vez a su posición al creyente que se desliza, para que se mantenga firme durante su moldeo. Él nunca desecha sus vasos, sino que trabaja incansablemente para hacerlos perfectos.

4.   Nuestro Dios es un Alfarero personal.

Sus creaciones reflejan su personalidad y su carácter. Y su Espíritu se derrama en cada vaso humano, para que Él pueda ser parte de nuestra vida. El resultado es una obra de verdadera belleza, la obra maestra de Dios (Efesios 2:10A NTV), un santo dedicado totalmente a Él y a Su obra.

 

Porque somos vasijas de barro en manos del Alfarero, limpios, escogidos por Dios para usos honrosos, separados para un propósito especial.

 

CONFESIÓN DE FE:

NO QUIERO LLENAR MI VIDA DE ORGULLO Y EGOÍSMO, TODO LO GRANDE, TODO LO BUENO, TODO LO HERMOSO, TODO LO ESPECIAL QUE OTROS PUEDAN VER EN MI, ES SOLO PARTE DEL EXTRAORDINARIO TRABAJO DEL GRAN ALFARERO, DIOS, EN ESTA VASIJA DE BARRO.

 

ORACIÓN:

Padre Nuestro, El HaKavod, Dios de Gloria y Poder (Deuteronomio 5:24). Rey de reyes y Señor de señores, mi amado Señor y Salvador Jesucristo, hoy puedo decir que nos has mostrado tu Gloria y tu Grandeza a través de la restauración, de esa maravillosa obra de alfarería que has hecho en mi. Gracias por haberme resplandecido, por haberme restaurado, gracias por darme tu Luz cuando estaba en tinieblas, gracias por haberme iluminado del conocimiento de tu Gloria, y gracias por hacerme una vasija de barro, donde pueda estar el tesoro de la extraordinaria Grandeza de tu Poder. Ayúdame hoy a vivir consciente de que soy una vasija de barro a tu servicio y el de todos aquellos que Tú traerás a mi vida, para también servirles. Gracias Padre Celestial por escogernos para honrarte y tu glorificarte. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.