RESENTIMIENTO
MATEO 18:21,22 Luego Pedro se le acercó y preguntó:
- Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces?
- No siete veces, respondió Jesús, sino setenta veces siete. (N.T.V.)
© Una de las principales consecuencias de no perdonar es el enojo prolongado que se convierte en resentimiento.
Una de las cosas más peligrosas que una persona puede hacer, es guardar resentimientos. Aferrarse a la falta de perdón tiene consecuencias graves y, con frecuencia, no previstas.
Veamos las tres principales:
1. Ruina. Aunque el resentimiento echa raíces en la mente, no se queda allí. La amargura tiene el poder de extenderse a todos los aspectos de la vida de una persona. Por ejemplo, la hostilidad que un hombre siente hacia su padre, puede afectar negativamente su relación con su esposa, su disposición de desempeñar bien su trabajo, y hasta las actividades de la iglesia.
2. Enfermedad. Es probable que no sea una sorpresa oír que el resentimiento tiene repercusión en la mente y el espíritu, pero puede ser que usted no se haya percatado del daño físico que produce. Una actitud de amargura aumenta la tensión y la ansiedad, y puede afectar desde los músculos hasta el equilibrio químico del cerebro.
3. Muerte Espiritual. La falta de perdón es una violación de la ley de Dios; turba el espíritu y estorba el crecimiento del creyente. La oración se ahoga por el pecado que debe ser confesado. Y la adoración se vuelve seca e hipócrita, porque es difícil honrar al Señor cuando se intenta justificar u ocultar una actitud pecaminosa. Además, el testimonio cristiano de alguien resulta dañado, y eso impide que los demás vean la gloria de Dios brillando a través de esa persona.
Perdonar a alguien significa renunciar al resentimiento y al derecho de desquitarse, aunque usted haya sido agraviado. Dios insiste en que ésta es la única manera adecuada de vivir. Dios nos pide renunciar a la hostilidad y la venganza, porque estas cosas hacen estragos en nuestra vida.
CONFESIÓN DE FE:
NUNCA GUARDARÉ RESENTIMIENTO HACIA NADA NI NADIE, Y PARA ESTO VIVIRÉ EL PERDÓN COMO UN ESTILO DE VIDA, DE MANERA QUE LA RUINA, LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE ESPIRITUAL NO TENGAN CABIDA EN MI VIDA.
ORACIÓN:
Padre Celestial, Elohim Selichot, Dios Perdonador (Nehemías 9:17). Mi a amado Rey y Señor Jesús, Tú eres lento para la ira y rápido para perdonar, quiero ser un imitador tuyo en estos aspectos. Espíritu Santo de Dios, hoy quiero darte gracias por tu guía y tu consuelo permanentes para mi vida. Dios mío, sé que Tú no me has dado espíritu de cobardía, sino de amor, poder y dominio propio, por lo cual yo estaré atento a tu Palabra y tu dirección para mantenerme victorioso sobre el resentimiento que los momentos de ira y enojo puedan traer a mi vida. Yo los venceré en el nombre de Cristo y me mantendré en el perdón que Él me ha dado y me ha enseñado a ejercer. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo, he orado en tu Poderoso Nombre. Amén.