lunes, 9 de octubre de 2017

SIN VERGÜENZA

 

2 TIMOTEO 1:7-12 Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina. Así que nunca te avergüences de contarles a otros acerca de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, aun cuando estoy preso por él. Con las fuerzas que Dios te da prepárate para sufrir conmigo a causa de la Buena Noticia. Pues Dios nos salvó y nos llamó para vivir una vida santa. No lo hizo porque lo mereciéramos, sino porque ese era su plan desde antes del comienzo del tiempo, para mostrarnos su gracia por medio de Cristo Jesús; y ahora todo esto Él nos lo ha hecho evidente mediante la venida de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Destruyó el poder de la muerte e iluminó el camino a la vida y a la inmortalidad por medio de la Buena Noticia. Y Dios me eligió para que sea predicador, apóstol y maestro de esta Buena Noticia. Por eso estoy sufriendo aquí, en prisión; pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que Él es capaz de guardar lo que le he confiado hasta el día de su regreso. (N.T.V.)


©  Sin vergüenza de compartir el evangelio.

El apóstol Pablo comprendía la enorme responsabilidad que tenía al haberle sido confiado el anunciar el evangelio. Puesto que consideraba a este llamado una mayordomía de la que un día rendiría cuentas al Señor, estuvo dispuesto a sufrir por causa de Cristo para terminar la tarea. Como creyentes, tenemos esta misma obligación de llevar el evangelio a cualquier persona que Dios ponga en nuestro camino de la vida.


©  El apóstol Pablo se sentía obligado a hablar a las personas sobre Cristo.

Ø  De hecho, él dijo: "¡ay de mí si no anuncio el evangelio!" (1 Corintios 9:16 RVA'15). No importa cómo lo tratara alguien, no se avergonzaba del mensaje de Cristo.

Ø  El profeta Jeremías tuvo una experiencia semejante (Jeremías 20:7-9). Aunque se convirtió en el hazmerreír de todos y fue perseguido por comunicar el mensaje del Señor acerca del juicio venidero, descubrió que el no hablar le creaba una sensación interior peor, como un fuego en sus huesos.

 

Es posible que no queramos amonestar a las personas sobre el juicio de Dios, por temor a alejarlas de Él. Pero, en realidad, los perdidos ya están alejados del Señor y necesitan escuchar su oferta de perdón. Pablo estuvo dispuesto a morir por proclamar el mensaje, pero nosotros muchas veces no estamos dispuestos siquiera a enfrentar un poco de vergüenza a fin de compartir nuestra fe. Estamos rodeados de personas hambrientas, y no saben de qué. Pero nosotros tenemos la respuesta a su necesidad y la responsabilidad de compartirla.

 

CONFESIÓN DE FE:

NUNCA ME AVERGONZARE DE DAR LA MEJOR NOTICIA QUE SE HAYA OFRECIDO A LA HUMANIDAD, PUES ELLA TIENE EL PODER DE CAMBIAR EL DESTINO ETERNO DE UNA PERSONA, ENTONCES ASÍ LO HARÉ, SIN TEMOR Y CON VALENTÍA Y AMOR.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Yishi, Dios de mi Salvación (Salmo 25:5). Mi Señor y Dios Todopoderoso, sé que la salvación está en una persona, en Ti mi Jesús, no en un sistema de creencias o de buenas obras; y que la naturaleza y voluntad de Dios Padre es salvar lo que se había perdido y la salvación debe ser personal, por eso estoy convencido que Tú, mi Señor eres el Dios de mi salvación. Así debo entenderlo y predicarlo, sin vergüenza y sin temor, más bien con amor y valentía, de manera que todos los que Tú pongas en mi camino puedan gozar de tu Presencia en la eternidad. Gracias Dios mío por escogerme para tan honrosa tarea, proclamar tu evangelio de salvación. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.