jueves, 21 de febrero de 2019

SILENCIOSO

 

JUAN 11:1-6 Un hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Vivía en Betania con sus hermanas María y Marta. María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del Señor y los secó con su cabello. Su hermano, Lázaro, estaba enfermo. Así que las dos hermanas le enviaron un mensaje a Jesús que decía:

-       "Señor, tu querido amigo está muy enfermo". Cuando Jesús oyó la noticia, dijo:

-       La enfermedad de Lázaro no acabará en muerte. Al contrario, sucedió para la Gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios reciba Gloria como resultado.

Aunque Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro, se quedó donde estaba dos días más. (NTV)

 

De lo que sucede en nosotros cuando Dios está silencioso.

Cuando Lázaro se estaba muriendo, sus hermanas le pidieron a Jesús que viniera con urgencia. Imaginemos cómo debió haberse agravado el dolor de ellas cuando Él no respondió de inmediato a su petición.

 

El silencio de Dios es difícil de aceptar, pero dado que el Señor promete suplir nuestras necesidades, podemos estar seguros de que su silencio tiene dos propósitos esenciales:


1.   El silencio capta nuestra atención.

Los discípulos sabían que Jesús podía sanar, por eso deben haberse preguntado por qué se demoró en vez de correr a socorrer a su amigo. Pero el Señor quería que fueran testigos de algo aun más grande: de su poder sobre la muerte. Ellos estaban confundidos por las afirmaciones de Jesús en cuanto a la derrota de la muerte, entonces necesitaban entender que Él podía cumplir con las profecías en cuanto a su propia resurrección (Marcos 9:31, 32).


2.   El silencio nos enseña a confiar.

María y Marta avisaron de la enfermedad de Lázaro, porque esperaban que el Señor viniese a sanarlo. Pero si esa expectativa no se cumplía, ¿vacilaría la fe de ellas? Marta respondió la pregunta diciendo que creía que Jesús era "el Cristo, el Hijo de Dios" (Juan 11:21-27). La fe de las mujeres fue recompensada con un milagro impresionante: la resurrección de su hermano.

 

A veces, lo único que podemos oír cuando oramos, es nuestra propia respiración. Esto puede ser frustrante y aterrador, pero la Biblia dice que Dios está siempre con nosotros y que su silencio no durará para siempre, Él no nos abandona (Salmo 38:15; Hebreos 13:5).

Aférrese a esas promesas mientras busca el propósito que hay detrás del silencio del Señor. A veces Dios permanece en silencio hasta que estamos listos para escuchar.

 

CONFESIÓN DE FE:

ME MANTENDRÉ ATENTO, FIRME Y CONFIADO EN MI DIOS TODOPODEROSO EN TODO MOMENTO Y CIRCUNSTANCIA, ESPECIALMENTE CUANDO PARECE ESTAR SILENCIOSO, PUES SÉ QUE ESTA TRABAJANDO Y QUE SU RESPUESTA A MI ORACIÓN NO SE HARÁ ESPERAR.

 

ORACIÓN:

Padre de la Gloria, El HaNeeman, Dios Fiel (Deuteronomio 7:9). Mi Dios y mi Señor se que todo lo que dices y haces es 100% confiable, así que eres completamente confiable. Sé que tienes un propósito determinado para conmigo, para que mi servidumbre te sea útil aquí en la tierra, ilumíname y ponlo en obra, cuando lo dispongas y que sea tu voluntad. Tengo el oído presto y el corazón disponible para cuando llegue ese momento, consagrándome incondicionalmente, con la esperanza de poder servirte como Tú quieres y cuando Tú quieres, por amor a tu Nombre, pues en Ti espero con fe, humildad, paciencia y valor. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.