REGALOS
JUAN 3:1-3 Había un hombre llamado Nicodemo, un líder religioso judío, de los fariseos. Una noche, fue a hablar con Jesús: Rabí, le dijo, todos sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos. Las señales milagrosas que haces son la prueba de que Dios está contigo. Jesús le respondió:
- Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el reino de Dios. (N.T.V.)
© De los regalos de la salvación.
La mala decisión de Adán y Eva ha afectado a toda la humanidad. Como resultado de su desobediencia, desde ese momento toda persona ha nacido en el pecado.
Por nuestro corazón pecaminoso (Jeremías 17:9), no estamos aptos para estar en la Santa Presencia de Dios, sin embargo, Él desea relacionarse con nosotros. Por esta razón, Jesús, que no hizo nada malo, llevó nuestras iniquidades y sufrió la pena de muerte que nosotros merecíamos. Después se levantó de la tumba, demostrando así que todo lo que había prometido se cumplirá. De esta manera, Él ha dado a sus seguidores acceso al Padre Celestial. La salvación es un regalo para toda persona que pone su fe en Jesús y recibe el sacrificio de Cristo como la expiación por sus pecados.
Cuando recibimos este maravilloso regalo, se producen varios cambios en nosotros:
1. Somos hechos personas nuevas. (2 Corintios 5:17)
Aunque la condición carnal seguirá allí, la salvación da como resultado el perdón, un corazón purificado y nuestra adopción como hijos de Dios.
2. Nos convertimos en parte del Cuerpo de Cristo.
Es decir, pertenecemos a la preciosa familia de creyentes del pasado, el presente y el futuro, su iglesia, el Cuerpo de Cristo.
3. Pertenecemos al Reino de los cielos.
Esto significa que, a pesar de que seguimos viviendo en naciones gobernadas por líderes humanos, nos desempeñamos bajo la autoridad del gobierno de Jesucristo.
El verdadero servicio se da solo cuando dejamos que el Todopoderoso se derrame a través nuestro, que no somos más que simples vasos en sus manos. Y aunque el impacto no sea evidente para nosotros, sabemos que Dios ha logrado su propósito: Ser glorificado.
CONFESIÓN DE FE:
NO NOS CONVERTIMOS EN PERSONAS SALVAS ELIMINANDO VIEJOS HÁBITOS Y COMENZANDO OTROS MEJORES, RELIGIOSOS; SOMOS TRANSFORMADOS POR EL PODER SALVADOR DE JESUCRISTO CUANDO CREEMOS EN ÉL.
ORACIÓN:
Señor Jesús, El León de Judá, El Yeshuati, el Dios de mi Salvación (Isaías 12:2). Dios mismo es la fuente de salvación, Él quiere salvar a su creación del pecado, por eso cada individuo debe personalmente conocerlo como el Dios de mi Salvación. Gracias porque me has salvado de mis pecados y en tu salvación está implícito el cambio de vida y la renovación de mi corazón. Hoy, quiero recordar este hecho tan importante, porque en la salvación está contenida la victoria sobre el pecado y por ello hoy, el pecado no se enseñoreará más de mí. Gracias mi Salvador Jesucristo por ser mi Rey y mi Señor, gracias porque eres la fuente única de salvación y transformación. Amén.