viernes, 30 de septiembre de 2022

MEDIDOR ESPIRITUAL

 

1 CORINTIOS 13:11-13 Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos todo de manera imperfecta, como reflejos desconcertantes, pero luego veremos todo con perfecta claridad. Todo lo que ahora conozco es parcial e incompleto, pero luego conoceré todo por completo, tal como Dios ya me conoce a mí completamente. Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor. (NTV)

 

De la necesidad de tener instrumentos para medir y examinar nuestro crecimiento espiritual, y entonces tomar acción para dejar de ser infantes espirituales.

 

Ya que nuestro Padre Celestial quiere que maduremos espiritualmente,

debemos examinar nuestra vida para ver si estamos

progresando en tres aspectos esenciales:

¡¡¡Nuestros deseos, el entendimiento y la abnegación!!!

 

El crecimiento físico es bastante fácil de evaluar; todo lo que se necesita es una cinta métrica. Pero ¿cómo podemos saber si estamos creciendo espiritualmente?

Consideremos hoy los 3 principales aspectos del proceso en el desarrollo de un niño:

 

1.     Deseos. ¿Ha notado que los juguetes de su infancia ya no le interesan? El proceso de maduración también cambia nuestros deseos en el ámbito espiritual. Cuando estamos creciendo, los placeres del mundo pierden su atractivo, mientras que nuestra hambre por Dios y su Palabra aumentan. Estamos ansiosos de estar con Él y compartir con otros lo que está haciendo en nuestra vida.

2.    Entendimiento. Cuando usted era un niño, su percepción del mundo era muy limitada. De la misma manera, nos falta entendimiento espiritual cuando somos creyentes nuevos. Pero, con el tiempo, comenzamos a ver la vida desde la perspectiva de Dios. Las pruebas y las tentaciones se convierten en oportunidades de crecimiento, y el servicio al Señor llega a ser un honor en vez de una carga.

3.    Abnegación. La señal más evidente de la inmadurez de un niño es su egoísmo. ¡Quiere lo que quiere, y lo quiere ya! Espero que usted ya no actúe de esa manera. Un seguidor de Cristo maduro es sumiso a Él y se interesa más por los demás que por sí mismo.

 

La mayor evidencia de madurez es el amor. Cuando el Señor y otras personas tienen el primer lugar en nuestro corazón, es entonces cuando más nos parecemos a Cristo.

 

CONFESIÓN DE FE:

SÉ QUE EL VERDADERO CRECIMIENTO ESPIRITUAL SE OBTIENE BUSCANDO MADURAR A TRAVÉS DE AVANZAR Y PONER EN PRÁCTICA LAS ENSEÑANZAS DE LA PALABRA DE DIOS; Y ASÍ LO HARÉ PARA PODER ALINEAR MIS DESEOS, MI ENTENDIMIENTO Y MI ABNEGACIÓN A LA VOLUNTAD DE ÉL.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Jehová Osaynu, El Señor nuestro Hacedor (Salmo 95:6). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, dado que eres nuestro Creador, sé que mereces todo lo que tenemos y todo lo que somos, y es por eso por lo que estás supremamente interesado en que crezcamos espiritualmente de manera especial, y yo hoy quiero darte gracias por esos instrumentos medidores que nos provees para que día a día podamos examinar nuestro progreso en este asunto, de manera que nuestros frutos sean no solamente los que tu esperas y has planeado para nosotros, sino también los que serán de gran beneficio para uno mismo, para nuestra familia, para nuestros semejantes y todos nuestros entornos. Gracias, amado Espíritu Santo por ayudarme en este objetivo de dejar de ser un infante espiritual. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri