viernes, 6 de agosto de 2021

ALENTAR

 

2 CORINTIOS 1:3-7 Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros. Pues, cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más Dios nos colmará de su consuelo por medio de Cristo. Aun cuando estamos abrumados por dificultades, ¡es para el consuelo y la salvación de ustedes! Pues, cuando nosotros somos consolados, ciertamente los consolaremos a ustedes. Entonces podrán soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros. Tenemos la plena confianza de que, al participar ustedes de nuestros sufrimientos, también tendrán parte del consuelo que Dios nos da. (NTV)

 

De cómo alentar a otros, como Dios lo hace con nosotros, Él ofrece consuelo a todos y nos quiere usar en ese propósito, para motivarlos de manera que cada día quieran conocer más y más al Señor Jesucristo.

 

¡¡¡A la gente le encanta las personas motivadoras,

y el Señor quiere que todos Sus hijos lo sean!!!

Quien es capaz de alentar, puede darle esperanza y motivación

a otra persona para perseverar en los momentos difíciles

 

No nacemos con esta capacidad desarrollada plenamente, pero podemos seguir varios pasos para llegar a servir de apoyo a una persona que esté sufriendo:

1.     Debemos estar dispuestos a experimentar dolor. El apóstol Pablo nos exhorta a ayudar a otros con "la consolación con que nosotros somos consolados por Dios" (Vs.4). Para experimentar la consolación y hacer que ésta fluya a través de nosotros, debemos experimentar algún sufrimiento. Hay poder en el toque de una persona que ha estado en el valle de sombras. Alguien que ha experimentado dolor, no ofrece palabras vacías sino esperanza.

2.    Tenemos que aprender de nuestro sufrimiento. Si podemos ver nuestro dolor como un curso en la "Universidad de Dios", donde recibiremos una especialidad en motivación, gran parte del dolor se disipará. El Señor nos enseña a poner nuestra confianza en Él para poder transmitir ese conocimiento a otros.

 

Los motivadores más eficientes son los que dicen: "No había nada que yo pudiera hacer, sino clamar a Dios. Déjame contarte lo que hizo el Señor en respuesta".

Si tratamos de escapar del dolor, desaprovecharemos los principios que pueden aprenderse del sufrimiento; y entonces no podremos ser útiles a los demás.

 

CONFESIÓN DE FE:

NUESTRO TIERNO PADRE CELESTIAL CREA ALENTADORES DE PERSONAS DISPUESTAS A SER QUEBRANTADAS Y CONOCERLO A ÉL, POR ESO YO ME DISPONGO, ASÍ SEA A TRAVÉS DEL SUFRIMIENTO Y EL DOLOR, A SER PARTE DE SU PLAN CONSOLADOR Y EVANGELIZADOR.

 

ORACIÓN:

Santo Espíritu de Dios, Parákletos, el Señor de toda Consolación (Romanos 15:5). Mi amado Espíritu Santo de Dios, Señor y Rey nuestro, Jesucristo, gracias quiero darte hoy pues Tú eres un Dios lleno de amor y compasión por las personas, y siempre estás en función de animar, fortalecer y sostener a tu pueblo, de ser ese consolador, ayudador y defensor. Hoy clamo a Ti para que esos atributos tuyos sean arraigados en mi corazón y que, a pesar o a costa del sufrimiento y el dolor, pueda yo servir de parákleto, de consuelo para mis semejantes, que sea ese motivador que Tú quieres, el que alienta, para que busquen de tu Presencia y puedan experimentar tu amor inagotable y conocerte cada día más. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri