martes, 9 de febrero de 2021

RELOJ

 

2 PEDRO 3:1…8,9 Queridos amigos, esta es la segunda carta que les escribo y, en ambas, he tratado de refrescarles la memoria y estimularlos a que sigan pensando sanamente…  Sin embargo, queridos amigos, hay algo que no deben olvidar: para el Señor, un día es como mil años y mil años son como un día. En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que todos se arrepientan. (NTV)

 

Hoy yo no serviré al reloj, en vez de eso quiero servir y operar en el plan sin tiempo de Dios, pensando de la manera correcta que Él siempre me indica.

 

Necesitamos estar conscientes de que no debemos vivir del pasado o solo

soñar el futuro, sino que es necesario vivir con claridad en el tiempo presente…

¡¡¡Conforme al Reloj Perfecto de Dios!!!

 

No debemos pensar en el pasado porque entonces no podremos ver con claridad el hoy y no debemos habitar solo en el futuro porque no sabemos qué es lo que Dios ha preparado para nosotros. Querer habitar en el futuro solamente es una fantasía y la fantasía no es una realidad, pero el presente es real, vivo, activo e importante. Ignorar y perder el propósito de Dios para hoy es inutilizar el futuro tanto como neutralizar las lecciones benéficas del pasado.

 

Hoy necesitamos comprender que estar confinado al tiempo del reloj es decirle a Dios cuando trabajar. Los itinerarios y las agendas tienen su lugar, pero no debemos olvidar que Dios opera independientemente de ellos, entonces es necesario estar abiertos y dispuestos para que Dios, en su amor y soberanía, tenga la libertad en nuestra vida de hacer a un lado lo que independientemente hemos determinado que necesitamos hacer. El pasaje que estudiamos hoy nos recuerda que Dios no está sujeto a un itinerario o agenda. Esta sería la pregunta: ¿Cuántas veces por estar esclavizado a mi agenda he hecho a un lado lo que Dios ha querido hacer en mí, por mí y a través de mí?

 

La agenda de nuestro Señor Jesús fue: "Hacer las obras del que me envió" (Juan 9:4). No hizo lo que Él quiso sino lo que su Padre quiso que hiciera. No debemos olvidar esto. También necesitamos recordar que Dios no publica su agenda, excepto cuando Él lo considera, por lo tanto, tenemos que vivir por fe, esa que dice:

"Señor, Tú tienes tus ojos sobre mi agenda y tu mano sobre mí y Tú harás que mi agenda y yo marchemos juntos, según tu propia agenda".

La fe cuando es fuerte se regocija cuando esa reunión, encuentro o llamada no programada ya es un hecho cumplido y registrado dentro de la agenda Divina.

 

CONFESIÓN DE FE:

NO VIVIRÉ DE ACUERDO CON MI AGENDA, SINO DEJARÉ QUE DIOS SEA QUIEN MANEJE MI RELOJ, ES DECIR MIS ITINERARIOS ESTARÁN, POR FE, SUJETOS A LA AGENDA DE DIOS SIN CONDICIÓN.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Rahee, Dios que todo lo ve y lo conoce (Génesis 16:13).  Mi amado Dios y Señor Jesús, Emanuel Tú eres Dios con nosotros y en nosotros; Dios que conoces perfectamente los tiempos y las sazones. Hoy quiero darte gracias porque me enseñas a liberarme de mis propias esclavitudes y de mis propios itinerarios para acoplarme a los tuyos, a tus tiempos perfectos, a tu reloj celestial. No quiero gastar tiempo en mis propios propósitos, sino caminar en tus propósitos que son más grandes y especiales. Yo debo hacer mis planes para hoy, pero no olvidando que realmente eres Tú quien tiene la última palabra, quien maneja mi reloj. Gracias, mi Señor y Salvador Jesucristo por revelarme la agenda a través de tu Palabra, lo que me libera hoy de angustias innecesarias; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!

Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri