domingo, 29 de marzo de 2015

DOMINGO DE RAMOS

 

LUCAS 19:28-44

Después de contar esa historia, Jesús siguió rumbo a Jerusalén, caminando delante de Sus discípulos. Al llegar a las ciudades de Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos, mandó a dos discípulos que se adelantaran.

-       Vayan a la aldea que está allí, les dijo. Al entrar, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: "¿Por qué desatan al burrito?", simplemente digan: "El Señor lo necesita".

Así que ellos fueron y encontraron el burrito tal como lo había dicho Jesús. Y, efectivamente, mientras lo desataban, los dueños les preguntaron:

-       ¿Por qué desatan ese burrito?

Y los discípulos simplemente contestaron:

-       El Señor lo necesita.

Entonces le llevaron el burrito a Jesús y pusieron sus prendas encima para que Él lo montara. A medida que Jesús avanzaba, la multitud tendía sus prendas sobre el camino delante de Él. Cuando llegó a donde comienza la bajada del monte de los Olivos, todos Sus seguidores empezaron a gritar y a cantar mientras alababan a Dios por todos los milagros maravillosos que habían visto.

-       "¡Bendiciones al Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en el cielo más alto!".

Algunos de los fariseos que estaban entre la multitud decían:

-       ¡Maestro, reprende a Tus seguidores por decir cosas como esas!

Jesús les respondió:

-       Si ellos se callaran, las piedras a lo largo del camino se pondrían a aclamar.

Al acercarse a Jerusalén, Jesús vio la ciudad delante de Él y comenzó a llorar, diciendo:

-       ¡Cómo quisiera que hoy tú, entre todos los pueblos, entendieras el camino de la paz! Pero ahora es demasiado tarde, y la paz está oculta a tus ojos. No pasará mucho tiempo antes de que tus enemigos construyan murallas que te rodeen y te encierren por todos lados.  Te aplastarán contra el suelo, y a tus hijos contigo. Tus enemigos no dejarán una sola piedra en su lugar, porque no reconociste cuando Dios te visitó. (N.T.V.)

 

©      La retrospección, la observación de algo pasado, es siempre clara.

Pero cuando estamos en una situación particular, tendemos a ver las cosas como no son, y a sacar conclusiones equivocadas. Y nos reprochamos, pensando:

©      ¡Si hubiera sabido antes lo que sé ahora!

 

1.   La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén debe haber sido uno de esos momentos para Sus discípulos.

Ø  Les parecía que había sido un día maravilloso para ellos, y lo fue, pero por razones distintas a las que ellos creían.

Ø  Pensaban que el Mesías había venido a restablecer el poder de Israel en el mundo.

©      Pero Dios pensaba otra cosa.

 

 

2.   Los discípulos no eran los únicos que tenían ideas equivocadas sobre el Mesías:

Ø  Muchos judíos de ese tiempo esperaban que fuera un rey terrenal.

Ø  Cuando la multitud oyó que Jesús venía a Jerusalén, gritó:

-        "¡Hosanna! ¡Hosanna!", que significa "¡Salva ahora! ¡Salva ahora!".

Ø  Lo vieron como su nuevo rey que había venido a traer salvación de la opresión política y social.

Ø  Había resucitado muertos, y sin duda podría también restaurar el reino de David y hacerlos libres del dominio romano.

 

Montado sobre un asno, el Señor Jesús parecía un gobernante que regresaba a su ciudad en tiempo de paz, mientras sus leales súbditos tendían sus capas y palmas en su camino.

 

Incluso los fariseos estaban viendo aquello, y estaban indignados:

 

JUAN 12:19 Entonces los fariseos se dijeron unos a otros:

-       "Ya no hay nada que podamos hacer. ¡Miren, todo el mundo se va tras Él!". (N.T.V.)

 

CONCLUSIÓN:

©      Piense en esta semana en aquel tiempo cuando las circunstancias se veían de cierta manera, pero se convirtieron totalmente en otra cosa.

©      Recuerde también cuando usted se dio cuenta de que Dios era diferente a lo que imaginaba, y cuando vio cómo revelaba Su voluntad de manera sorprendente.

©      Busque la oportunidad de compartir esta percepción con un amigo o un ser querido.

©      Haga de esta una semana de reflexión y honra al Rey de reyes y Señor de señores, que ha venido a salvar a su pueblo escogido, a los que en Él creemos y en Él confiamos.

 

Un Abrazo, Dios te bendiga y te guarde, haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; y permita que prosperes en todas las áreas de tu vida, y derrame sobre ti muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, Salud y mucha Prosperidad

Juan Manuel Lamus O.