martes, 5 de mayo de 2015

 

INTERCESORES

 

DEUTERONOMIO 9:18-20 Luego me postré ante el Señor, como ya hiciera antes, y durante cuarenta días y cuarenta noches estuve sin comer ni beber, por causa del gran pecado que habían cometido haciendo lo que el Señor reprueba y provocando así Su ira. Tenía miedo del enojo y de la ira con que el Señor se enfureció contra ustedes hasta el punto de querer aniquilarlos. Pero el Señor me escuchó una vez más. Tan airado estaba el Señor con Aarón que incluso a Él quiso aniquilarlo, pero también en esa ocasión intervine en su favor. (B.L.P.H.)

 

©      Aprendamos de los "Grandes Intercesores de la Biblia".

Siempre en la vida tenemos que aprender. La vida es un continuo aprendizaje y aunque no queramos aprender la vida misma se encarga de darnos las lecciones más sublimes y profundas. Algunas de las lecciones son agradables y hermosísimas, otras son dolorosas pero son lecciones al fin y al cabo.

 

Una de las lecciones que necesitamos aprender es la lección de la intercesión. Tenemos muchos modelos en la Biblia, el más grande modelo es Jesús, pero hay otros de los cuales podemos aprender: Job, Daniel, Esther, Esdras, Abraham, Pablo y Silas, Abigail, el Espíritu Santo, y uno muy importante de esos es Moisés.

La vida de Moisés nos insta hoy a transitar con firmeza y entusiasmo por la vereda de la intercesión. Moisés se convierte en un modelo vivo para la vida de oración. De él aprendemos lo que necesitamos para convertirnos en verdaderos intercesores.

©      Vemos que Moisés era un hombre entregado a Dios, lleno de celo e incluso celoso de Dios, por su honor y su voluntad.

©      Vemos a Moisés entregado al pueblo, listo para sacrificarse con el fin de que ellos pudieran ser salvos. La Biblia dice que cuando supo del pecado del pueblo se metió con Dios cuarenta días y cuarenta noches en ayuno, y dice que como lo solía hacer antes, es decir que era un buen hábito en él.

©      Vemos en Moisés un hombre consciente de su llamado Divino para actuar como mediador, para ser el eslabón de enlace, el cauce de comunicaciones, entre el Dios de los cielos y los hombres de la tierra.

 

Nuestra vida debe estar dominada por esta consciencia mediadora. Seamos conscientes de que la oración es una de las partes constituyentes del plan de Dios; que el cielo está lleno de la vida, el poder y las bendiciones que se necesitan en la tierra; y que la oración, en la tierra, es el poder que hace que desciendan esas bendiciones sobre todos nosotros. Él nos confía sus tareas, y cuanto más sencilla y devota es nuestra entrega a Él, tanto más natural y cierta se hace la seguridad de que el Señor nos escucha.

 

CONFESIÓN DE FE:

ENTIENDO QUE LA ORACIÓN ES UN INDICADOR DE LA VIDA ESPIRITUAL, Y QUE SU PODER DEPENDE DE MI PROPIA RELACIÓN CON DIOS Y MI CONCIENCIA DE SER SU REPRESENTANTE E INTERCESOR.

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, El Echad, el Dios Único (Malaquías 2:10). Tú eres el único Dios Verdadero, el Todopoderoso. Gracias Señor por que en la vida me enseñas, y las lecciones que recibo llegan a través de múltiples maestros. Unos que me hacen reír y otros que me hacen llorar pero al fin y al cabo me enseñan. Moisés es uno de los que me enseña a través de su vida, hoy quiero aprender su lección de la intercesión. Sé que cuando comienzo a transitar por el camino de la intercesión mi vida adquiere otro color y otra dimensión. El color del cielo y la dimensión de lo espiritual, lo cual no puede ser jamás detenido por lo material. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por Tu  modelaje de intercesor único ante el Padre Celestial. Amén.


Juan Manuel Lamus O.