martes, 13 de febrero de 2018

SEGUNDA OPORTUNIDAD

 

JUAN 8:1-11 Jesús regresó al monte de los Olivos, pero muy temprano a la mañana siguiente, estaba de vuelta en el templo. Pronto se juntó una multitud, y Él se sentó a enseñarles. Mientras hablaba, los maestros de la ley religiosa y los fariseos le llevaron a una mujer que había sido sorprendida en el acto de adulterio; la pusieron en medio de la multitud. Maestro, le dijeron a Jesús, esta mujer fue sorprendida en el acto de adulterio. La ley de Moisés manda apedrearla; ¿Tú qué dices? Intentaban tenderle una trampa para que dijera algo que pudieran usar en su contra, pero Jesús se inclinó y escribió con el dedo en el polvo. Como ellos seguían exigiéndole una respuesta, Él se incorporó nuevamente y les dijo: 

-  ¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!  

Luego volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el polvo. Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los de más edad, hasta que quedaron solo Jesús y la mujer en medio de la multitud. Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer: 

-  ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? Ni uno, Señor, dijo ella. 

-  Yo tampoco, le dijo Jesús. Vete y no peques más. (NTV)

 

♥ De la promesa de una segunda oportunidad

Nunca he conocido a una persona que no haya tenido un pasado. Nunca he hablado con nadie cuya vida no incluya un "ayer" o una "semana pasada" o un "año pasado". Y si alguien tiene un pasado, usted puede estar seguro de que esa persona ha cometido algunos errores. Si cada uno de nosotros tiene un pasado…

♥ ¿Por qué, entonces, nos sentimos aislados, solos y avergonzados por lo que hicimos en otro tiempo? ¿Por qué permitimos que las sombras de lo que hicimos hace mucho tiempo atras oscurezcan nuestro presente?

 

La respuesta es un asunto de perspectiva. Cuando vemos retrospectivamente nuestras vidas, por lo general vemos errores a través del lente de la culpa, el remordimiento o el temor a la condenación. Lo que una vez aceptamos como una conducta permisible, puede ahora escandalizarnos al darnos cuenta de la gravedad de esos actos. Pero…

♥ ¿Cómo nos percibe nuestro Padre Celestial? ¿Está influenciado por los mismos lentes sucios por los que nos inclinamos a mirar nosotros? 

¡No! Él nos ve con claridad perfecta. Significa que nos ve completamente, pero no toma en cuenta la culpa y el remordimiento que tienden a distorsionar nuestras percepciones.

Más que eso, nos ve con la gracia y el perdón perfectos que solamente Él puede dar. Aunque nuestros errores pueden herirlo, el Señor nos mira con amor. Si usted ha enfrentado su pecado y ha aceptado el perdón que se consigue en Jesucristo, entonces puede tener la seguridad de que ahora está viviendo una segunda oportunidad. 

 

CONFESIÓN DE FE:

POR EL RESTO DE MIS DÍAS EN ESTE MUNDO, PUEDO TENER EL GOZO DE SABER QUE HA SIDO PERDONADO, Y POR MI SEÑOR JESUCRISTO, PUES ESTANDO EN ÉL NO HAY NINGUNA CONDENACIÓN PARA MÍ.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Selichot, Dios del Perdón (Nehemías 9:17). Mi amado Dios y Señor, tu amor, compasión y misericordia para con nosotros, tus hijos, es inconmensurable, inigualable, incomparable, es nueva todos los días, nos has perdonando, nos perdonas y nos perdonarás todas nuestras faltas en Cristo Jesús, en quien encontramos redención de todos nuestros pecados. Por todo esto quiero darte gracias Dios mío, y a la vez pedirte para que en mi corazón se arraigue esta virtud tuya del perdón y pueda yo no tener en cuenta las ofensas de mis semejantes, así como Tú no has tenido en cuenta las mías; que sea yo alguien que da segundas oportunidades sin condición y en toda circunstancia. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo por tu perdón permanente e incondicional. Amén.


Juan Manuel Lamus O.