EL SEÑOR
ROMANOS 14:7-12 Pues no vivimos para nosotros mismos ni morimos para nosotros mismos. Si vivimos, es para honrar al Señor, y si morimos, es para honrar al Señor. Entonces, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor. Cristo murió y resucitó con este propósito: ser Señor de los vivos y de los muertos. ¿Por qué, entonces, juzgas a otro creyente? ¿Por qué menosprecias a otro creyente? Recuerda que todos estaremos delante del Tribunal de Dios. Pues dicen las Escrituras:
- "Tan cierto como que Yo vivo, dice el Señor, toda rodilla se doblará ante Mí, y toda lengua declarará lealtad a Dios".
Es cierto, cada uno de nosotros tendrá que responder por sí mismo ante Dios. (N.T.V.)
© Jesucristo es el Señor.
El pasaje que estudiamos hoy habla del señorío de Jesucristo. Ya sea que vivamos o muramos, lo hacemos para Cristo. Pero Su Soberanía no se limita a quienes lo proclaman Rey. Todo el universo está sujeto a Su autoridad. En el juicio final, toda rodilla se doblará y toda lengua alabará a Dios.
En el aquí y ahora, solo unas pocas personas reconocen el señorío del Jesucristo y buscan vivir haciendo su voluntad. El resto se niega a ver que todas nuestras concepciones humanas, como el gobierno, la cultura y la sociedad, tienen éxito o fracasan en la palma de la mano de Dios. Además, se resisten a la soberanía de Cristo en sus vidas. Una persona que no quiere rendir su voluntad al excelente propósito del Señor, da por sentado que controla su propio destino. Pero el Supremo Reinado de Cristo no puede ser impedido.
Es común que las personas de esta generación crean que no hay consecuencias por rechazar el señorío de Jesucristo. Es posible que usted haya escuchado decir a las personas cosas como: "eso del cristianismo funciona para usted, pero no es para mí. Voy a vivir a mi manera". Pero la parábola de Jesucristo sobre las casas edificadas sobre la roca sólida y la arena, ofrece una perspectiva diferente (Mateo 7:24-27). Solo quienes construyen su morada en el Señor, pueden soportar las dificultades de la vida en este mundo.
Ponerse de rodillas delante de Jesucristo como el Señor de su vida, es la decisión más sabia que usted puede tomar. El Soberano del universo le ama y desea bendecirle todos los días de su vida.
CONFESIÓN DE FE:
CONSTRUIRÉ MI HOGAR ETERNO EN LA SEGURIDAD DEL REINO DE DIOS, Y ME DELEITARÉ PARA SIEMPRE EN ÉL, PUES ESTOY PLENAMENTE CONVENCIDO DEL, Y SUJETO AL, SEÑORÍO DE CRISTO.
ORACIÓN:
Señor Jesús, Adonay HaAdonim, Señor de señores (Deuteronomio 10:17). TU, nuestro Señor eres el Amo supremo, el Rey, el Señor por sobre todos los poderes y autoridades que existen en el universo. Gracias mi amado Señor por Tu Reino al cual yo me sujeto seguro de los beneficios que esto trae para mi vida y la de mi entorno, y de que siempre estarás a mi lado, mostrándome el camino perfecto para la toma de decisiones correctas y fructíferas en el tiempo de las dificultades. Gracias mi Rey, mi Dios y mi Señor Jesucristo por Tu señorío sobre mi vida. Amén.
Juan Manuel Lamus O.