miércoles, 15 de junio de 2016

INFLIGIDAS

 

SALMO 119:65-72 Señor, has hecho muchas cosas buenas a mi favor tal como lo prometiste. Creo en tus mandatos; ahora enséñame el buen juicio y dame conocimiento. Yo solía desviarme, hasta que me disciplinaste; pero ahora sigo de cerca tu Palabra. Tú eres bueno y haces únicamente el bien; enséñame tus decretos. Los arrogantes me difaman con mentiras, pero la verdad es que obedezco tus mandamientos con todo el corazón. El corazón de ellos es torpe y necio, yo, en cambio, me deleito en tus enseñanzas. El sufrimiento me hizo bien, porque me enseñó a prestar atención a tus decretos. Tus enseñanzas son más valiosas para mí que millones en oro y plata. (N.T.V.)


©  De las adversidades auto infligidas, es decir que originamos nosotros mismos.

Las dificultades que enfrentamos se originan de alguna de las tres fuentes posibles: Unas son enviadas por Dios para probar nuestra fe, otras son el resultado de los ataques de satanás y otras se deben a nuestras decisiones pecaminosas.

 

Al considerar estas tres causas, creo que la mayoría de nosotros diría que la más difícil de soportar es la última, porque no tenemos a nadie a quien culpar sino a nosotros mismos y porque nos parece que nada bueno aportarán. Después de todo, la Biblia dice que cosecharemos lo que hemos sembrado (Gálatas 6:7), una cosecha dolorosa. Lo que esta manera de pensar no tiene en cuenta, es la capacidad redentora del Señor. Aunque Él nunca promete eliminar las consecuencias del pecado, sí puede usar nuestros fracasos para enseñarnos su temor, aborrecer el mal y caminar en obediencia. Las lecciones difíciles que aprendemos pueden también convertirse en nuestra protección contra el pecado en el futuro. Al haber experimentado el dolor producido por nuestras decisiones, somos más propensos a no tomar el mismo camino otra vez.

 

Las circunstancias de aflicción que Dios a veces permite en nuestras vidas son agudas y dolorosas, para que podamos prestarle atención. Él no impedirá que sus hijos dejen de tener consecuencias por su pecado, porque sabe que éste nos roba bendiciones, oportunidades y también la oportunidad de fortalecer nuestro carácter. Así que por más dolorosa que pueda ser su situación, dé gracias al Padre Celestial por amarle lo suficiente enviándole su disciplina.

 

CONFESIÓN DE FE:

CREO FIRMEMENTE QUE CUANDO APRENDO DE MI PROPIA EXPERIENCIA, LAS CICATRICES DEL PECADO PUEDEN LLEVARME A LA RESTAURACIÓN Y A UNA NUEVA Y MÁS ESTRECHA RELACIÓN CON MI SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Rahee, Dios que nos ve (Génesis 16:13). Dios Todopoderoso, que todo lo ves y lo conoces eres Tú, así que buscar consuelo en los demás casi siempre resulta decepcionante.  Es por eso que hoy recurro a Ti, que prometes a los cansados y abatidos el consuelo.   Mira Señor, mi aflicción y dame tu paz y la fuerza para revivir, te pido que me hables en lo más íntimo de mi corazón, para conocer tu voluntad y cumplirla con tu gracia. Solo viviendo conforme a tu voluntad, tendré fuerza para superar los problemas, y paz para gustar la vida que Tú me diste por amor. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús. Amén.


Juan Manuel Lamus O.