jueves, 16 de enero de 2020

ESCUCHAR

 

JUAN 10:25-30 Jesús les contestó:

-       Yo ya les dije, y ustedes no me creen. La prueba es la obra que hago en nombre de mi Padre, pero ustedes no me creen porque no son mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; Yo las conozco, y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y Él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. El Padre y Yo Somos uno. (NTV)

 

De cómo escuchar para poder reconocer y entender la voz de Dios.

Los niños parecen tener un oído especial cuando se trata de las voces de sus padres. Reconocen cuando su madre o su padre están hablando, sin importar cuántas personas estén presentes. Asimismo, el Señor Jesús nos asegura que podremos distinguir su voz entre los insistentes gritos y las opiniones conflictivas del mundo en crisis en que vivimos.

 

Dios promete que seremos capaces de "escuchar" su voz, a pesar de que Él no siempre habla con palabras audibles, una de las razones es porque Él nos ha dado su Espíritu Santo, que sabe exactamente lo que Cristo está diciendo y, por tanto, nos dará la sabiduría que necesitamos para entender, si escuchamos atentamente.

 

¿Ha notado usted alguna vez la manera como algunos niños fingen no escuchar a sus padres para no tener que obedecerles? A veces podemos parecernos a ellos en dos aspectos principalmente:

1.     El Ego. Podemos dejar de reconocer la dirección de Dios por nuestro egocentrismo. Nos concentramos en lo que queremos, entonces ignoramos cualquier orden contraria a nuestros deseos.

2.    La Impaciencia. Hay otro obstáculo para escuchar la voz de Dios, la impaciencia. Al igual que la cultura en que vivimos, queremos las respuestas de manera inmediata. Esta tendencia puede llevarnos a escuchar a la persona equivocada.

 

Cuando Pedro se orientó por sus propias ideas, se topó con dificultades, pero cuando dejó de hacerlo y escuchó al Señor Jesús, se convirtió en un discípulo a quien Cristo pudo confiar la obra del Reino (Juan 21:17).

¿Ha aprendido usted a distinguir la voz del Señor de entre el ruido a su alrededor?

 

¡¡¡Para escuchar la Voz de Dios, tienes que bajar el volumen del mundo!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

SÉ QUE RENUNCIAR A MIS DESEOS PERSONALES Y MI ATENCIÓN EN LO QUE IMPORTA A DIOS, ME FACILITARÁ DISCERNIR SU VOZ, ES DECIR ESCUCHARLA VERDADERAMENTE Y ENTENDERLA, ENTONCES ASÍ LO HARÉ.

 

ORACIÓN:

Dios y Señor mío, Jesús, el Logos, El Verbo, la misma Palabra de Dios eres Tú (Juan 1:1). Mi amado Rey y Señor Jesucristo, por quien todo fue hecho, en quien está la vida y la luz para nosotros los hombres, los que en Ti creemos, los que en Ti confiamos; pero especialmente los que te escuchamos y procuramos entenderte, dejando de lado el ego y la impaciencia, seguros de que tienes determinado lo mejor para nosotros en tu perfecta voluntad, y en el tiempo perfecto, el tiempo tuyo. Gracias, mi Señor y Salvador Jesucristo, por hablarme y enseñarme a escucharte, haciéndome sensible para distinguir tu voz de entre todo el ruido y palabrería que me rodea; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!


Juan Manuel Lamus O.