sábado, 6 de mayo de 2017

EL REY Y EL MENDIGO

 

2 CORINTIOS 9:6,7

Y digo esto:

El que siembra escasamente cosechará escasamente,

y el que siembra con generosidad también con generosidad cosechará.

Cada uno dé como propuso en su corazón,

no con tristeza ni por obligación porque Dios ama al dador alegre. (R.V.A.'15)


©  Una Fábula:

En unas tierras lejanas, existía un rey muy sabio y bondadoso; cierto día el rey había salido a pasear por los jardines de su castillo, pero para su sorpresa, junto al camino estaba un mendigo que clamaba a fuerte voz misericordia, ya que tenía días sin comer y no poseía dinero para comprar.

 

El rey movido a misericordia se acercó a auxiliar a aquel mendigo, pero sabiamente le preguntó:

-  ¿Qué tienes para ofrecerle a tu rey?

El mendigo fue sorprendido, cargaba un saco de mazorcas que había recogido en el campo, y solamente sacó dos mazorcas de todas las que tenía, para dárselas al rey, pues pensaba que este no tendría necesidad de sus dádivas, ya que era un rey y vivía cómodamente en el palacio, saciándose de los mejores manjares.

 

El rey ante la actitud miserable del mendigo y para darle una lección por ser tan duro de corazón, mandó a sus sirvientes que le trajesen un saco de monedas de oro e igualmente sacó sólo dos de las monedas y se las dio al mendigo.


©  La moraleja de esta historia nos hace reflexionar.

Ø  Si el mendigo le hubiese dado más mazorcas o todo el saco de mazorcas al rey, hubiese recibido de la misma manera, más monedas de oro o todo el saco de monedas.


©  Así, nos pasa muchas veces en nuestra relación con Dios, pues el rey de esta historia se puede comparar al Rey de la plata y del oro, que es Dios Nuestro Padre, el cual exige a sus hijos dar de la misma manera que reciben.

Ø  Muchas veces asistimos a la iglesia y nos duele sacar buenas dádivas para Dios, y sólo damos pequeñeces o de lo que nos sobra, pues pensamos que Dios no necesita de nuestro dinero.

Ø  Luego nos quejamos porque lo que nosotros recibimos no nos alcanza para nada, y terminamos insatisfechos por lo que Dios nos da.

Ø  Pero no debemos olvidar nunca una ley que Dios mismo dijo en su Palabra, y que es la regla de oro de la bendición y la prosperidad:

 

¡¡¡DAD Y SE OS DARÁ!!!

 

CONCLUSIÓN:

©  La próxima vez que vayas a darle algo a Dios, con tu diezmo, ofrenda o primicia, hazlo de todo corazón, dándole lo mejor a Dios, como hizo Abel, y Dios mismo mirará tu ofrenda con agrado y te bendecirá de la misma forma.


LUCAS 6:38

Den, y recibirán.

Lo que den a otros les será devuelto por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre el regazo.

La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio. (N.T.V.)

 

Un Abrazo, Dios te bendiga y te guarde, haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; y permita que prosperes en todas las áreas de tu vida, y derrame sobre ti muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, Salud y mucha Prosperidad


Juan Manuel Lamus O.