miércoles, 4 de marzo de 2015

 

CONVICCIÓN VS. CONDENACIÓN

 

ROMANOS 8.1-2 Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; y porque ustedes pertenecen a Él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte. (N.T.V.)

 

©      Nuestro Padre Celestial desea que vivamos en estrecha relación con Él.

Para ayudarnos, el Espíritu Santo nos guía por el camino correcto, y nos reorienta cuando vamos en dirección equivocada. En otras palabras, Él nos convence de pecado cuando estamos en peligro de desviarnos.

 

1.   La convicción encamina.

La convicción de pecado es la misericordiosa mano de Dios encauzándonos de nuevo al camino que lleva a la vida.

Para entender mejor el concepto, imagínese a una madre con un niño que empieza a caminar, y que desea perseguir una pelota en una calle muy transitada. El pequeño solo tiene un deseo en ese momento: recuperar el juguete. La madre sería culpable de negligencia si no atajara a su hijo.

Nosotros, al igual que el niño en este ejemplo, vemos nuestras vidas desde una perspectiva limitada. Si nuestro Padre Celestial nos impide alcanzar algún deseo, nos quejamos. Pero debemos recordar que lo hace por su omnipotencia y amor.

 

2.   La convicción comienza aun antes de ser salvos.

El Espíritu Santo nos muestra nuestro pecado para ayudarnos a reconocer la necesidad de perdón. Y, una vez que aceptamos el sacrificio de Jesús y decidimos seguirle, nacemos de nuevo. Solo entonces estamos libres de las consecuencias del pecado, aunque seguiremos tomando malas decisiones. Por eso, aun seamos Sus hijos, Dios sigue dirigiéndonos al buen camino.

 

3.   Convicción es diferente a condenación.

Recuerde que "Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él" (Juan 3:17).

 

CONFESIÓN DE FE:

POR ESO, AUNQUE LOS CREYENTES PEQUEMOS ALGUNAS VECES, SOMOS JUSTIFICADOS POR EL SACRIFICIO DE CRISTO Y LIBRES DE LA CONDENACIÓN (ROMANOS 8:1).

 

ORACIÓN:

Señor Jesús, Elohim Yishi, Dios de mi salvación (Salmo 25:5). Mi amado Dios y Señor, yo se que la salvación está en una persona, Yeshua, no en un sistema de creencias o de buenas obras, y que la naturaleza y voluntad de Dios Padre es salvar lo que se había perdido. Es por eso que la salvación debe ser personal, entonces el Todopoderoso debe ser, y estoy totalmente convencido que es, el Dios de mi salvación. Gracias Espíritu Santo por redargüirme, por traerme a la convicción de pecado y que por lo tanto necesito el perdón de Dios Padre, quien lo provee por medio de Su hijo Jesucristo, para salvación. Gracias mi amado Señor y Salvador Jesucristo porque en Ti hay convicción y no condenación. Amén.


Juan Manuel Lamus O.