viernes, 25 de noviembre de 2022

CRECIMIENTO Vs. RESISTENCIA

 

ISAÍAS 30:8-17 Ahora ve y escribe estas palabras; escríbelas en un libro. Así quedarán hasta el fin de los tiempos como testigo de que este es un pueblo rebelde y terco que se niega a hacer caso a las instrucciones del Señor. Les dicen a los videntes: "¡Dejen de ver visiones!". Les dicen a los profetas: "No nos digan lo que es correcto. Dígannos cosas agradables; cuéntennos mentiras. Olvídense de toda esta tristeza; apártense de su senda estrecha. Dejen de hablarnos acerca del Santo de Israel".

Esta es la respuesta del Santo de Israel: "Dado que ustedes desprecian lo que les digo pero más bien confían en la opresión y en las mentiras, la calamidad caerá sobre ustedes de repente, como una pared pandeada que explota y se cae. En un instante, se desplomará y se derrumbará. Ustedes serán aplastados como una vasija de barro, hechos añicos de una manera tan completa que no habrá un pedazo lo suficientemente grande para llevar los carbones de una hoguera ni un poco de agua del pozo". Esto dice el Señor Soberano, el Santo de Israel: "Ustedes se salvarán solo si regresan a mí y descansan en mí. En la tranquilidad y en la confianza está su fortaleza; pero no quisieron saber nada de esto. "No, dijeron ustedes, nuestra ayuda vendrá de Egipto; ellos nos darán caballos veloces para entrar en batalla". Sin embargo, la única velocidad que verán ¡será la de sus enemigos dándoles caza! Uno de ellos perseguirá a mil de ustedes y cinco de ellos los harán huir a todos. Quedarán como una asta de bandera solitaria sobre una colina o como un estandarte hecho jirones en la cima de un monte lejano". (NTV)

 

¡Sabes, no tengo por qué escucharte!

Esa es una frase que a ningún padre le gustaría oír de sus hijos adolescentes, pues posiblemente significa que han decidido rebelarse en su contra. 

 

Para nuestra tranquilidad, la mayoría de las veces este tipo de frases se dicen cuando las personas están enojadas, y pronto se olvidan.  Sin embargo, si frecuentemente permitimos este tipo de actitudes, pueden convertirse en un estilo de vida.  La negativa de un hijo a obedecer crea desorden en los hogares y acaba con el gozo a lo interno de nuestras familias. Muchos adolescentes se rebelan abiertamente, pensando que encontrarán algún tipo de felicidad si se resisten a la autoridad de sus padres. En su confusión, no entienden que al final sólo se sentirán desgraciados y con una soledad que poco a poco quitará ese gozo que creen haber encontrado en su rebeldía.

 

En el pasaje que estudiamos hoy, el profeta Isaías nos habló de personas mentirosas que se habían rebelado y se rehusaban a escuchar lo que Dios les estaba diciendo.  De alguna forma le estaban diciendo a Dios:

"Ya hemos oído bastante.  No tenemos por qué escucharte más". 

Su turbio corazón los puso en contra de la verdad de Dios. Y es un hecho que la rebeldía no está limitada a los adolescentes, ni a las personas rebeldes de las épocas de Isaías, también sucede en el proceso de crecimiento espiritual.  En ocasiones el adolescente espiritual se resiste a obedecer, por ejemplo cuando lee la Palabra, y como conclusión piensa que los principios que encuentra en ella son demasiado restrictivos, o cuando intencionalmente se resiste a realizar algo que sabe que agrada a Dios, como: orar, ayudar a otros, asistir a la iglesia local, etc.  Este comportamiento sólo los conducirá por el mal camino, y al final terminará en una desgracia para su vida.

 

Debemos pensarlo bien antes de rebelarnos y resistirnos

a cumplir la buena voluntad de nuestro Señor, pues…

¡¡¡La obediencia es el camino hacia el verdadero gozo y crecimiento espiritual!!!

 

CONFESIÓN DE FE:

ESTOY PLENAMENTE CONVENCIDO DE QUE DEBO ESCUCHAR A DIOS Y A MIS MAYORES, CUANDO TIENEN INSTRUCCIONES PARA MÍ; Y QUE SI TRATO DE ALTERARLAS PERDERÉ EL GOZO Y NO CRECERÉ, ASÍ QUE NO ENTRARÉ EN REBELIÓN Y DESOBEDIENCIA AL SEÑOR Y A MIS MAYORES.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Kurios, Soberano Rey y Señor (1 Timoteo 6:15). Mi amado Dios y Señor, Jesucristo, hoy sé que Tú eres Aquel que es Soberano sobre la vida y la creación, quien gobierna la vida de nosotros, tu pueblo escogido, y que lo haces todo para nuestro bien pues sabes muy bien lo que más nos conviene. Y por eso hoy quiero darte gracias por ser el Señor de mi vida, porque sé que, estando sujeto, siendo obediente a tus preceptos y siguiendo tus planes para mi vida, creceré en mi vida cristiana y seré bendecido con Poder de lo Alto, de manera que tenga éxito en la vida, que nada ni nadie pueda contra mí y, además, pueda servirte con denuedo y responsabilidad. He orado en el Poderoso Nombre de Jesús ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri