viernes, 12 de junio de 2015

 

TIERRA Y SEMILLA

 

MATEO 13:3-9 Jesús contó muchas historias en forma de parábola como la siguiente:

¡Escuchen! Un agricultor salió a sembrar. A medida que esparcía las semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los pájaros vinieron y se las comieron. Otras cayeron en tierra poco profunda con roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era poco profunda; pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron. Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron y ahogaron los brotes; pero otras semillas cayeron en tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda. (N.T.V.)

 

©      ¿Corazón de concreto, espinoso o tierno?

©      ¿Qué clase de tierra eres para la semilla que Jesús lanza?

Hay muchos en la tierra que no han experimentado la fe verdadera, tan solo de palabra, razón por la cual no producen el fruto esperado por Dios.

 

La siguiente historia que tiene más de un siglo, cuenta que una princesa agonizaba. En su lecho de muerte, pidió que su tumba fuese cubierta con una gran piedra de granito y que alrededor hubiese otras piedras sellando la lápida. También dio órdenes de afianzar las piedras con abrazaderas de hierro. A pedido, suyo, la lápida llevaría escrito: "Esta tumba, comprada para toda la eternidad, jamás deberá abrirse". Aparentemente, durante el entierro se metió en la tumba una pequeña bellota o semilla de roble. Al tiempo empezó a asomarse un brotecito en medio de las piedras, pues la bellota había podido absorber suficiente alimento como para crecer. Después de varios años de crecimiento, un robusto roble se levantaba entre las abrazaderas de hierro. El hierro no pudo con el roble y sus raíces lo rompieron, dejando al descubierto la tumba que nunca debía abrirse.

©      La nueva vida se abrió camino desde el lecho de muerte con una semillita.

 

Todos los días tenemos infinidad de oportunidades para aprovechar un nuevo comienzo. Generalmente, los nuevos comienzos se inician cuando alguna otra cosa termina. Cuando dejamos que el pecado muera en nuestro corazón, encontramos nueva vida en Cristo. Tal vez no haya sido accidental en nuestra historia de hoy que el robusto roble, que es uno de los árboles más altos y fuertes del mundo, se inicie a partir de una pequeña semillita. Esta historia nos revela que no todos los creyentes son iguales, no todos tiene la disposición de pagar el precio, por eso Jesús al declarar la parábola que estudiamos hoy, sitúa a cada individuo para que tome decisiones. Haz de tu corazón tierra fértil, para que la semilla que Dios lanza en el por medio de su Palabra y el actuar de su Espíritu Santo en tu vida, germine, crezca grande y poderosa y pueda romper todos esos lazos que te puedan estar atando a una muerte espiritual; da fruto, el Señor lo espera.

 

CONFESIÓN DE FE:

APROVECHARÉ DE MANERA DILIGENTE CADA OPORTUNIDAD QUE ME DA DIOS PARA DAR FRUTO SEGÚN EL GÉNERO DE LA SEMILLA QUE SIEMBRA EN EL NUEVO CORAZÓN, TIERRA FÉRTIL, QUE ME HA DADO POR MEDIO DE JESUCRISTO.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, El Chanun, Dios lleno de Gracia (Juan 1:16,17). Mi amado Rey y Señor, hoy quiero decirte gracias Dios mío pues por medio del sacrificio de tu hijo Jesucristo me has dado un nuevo corazón que es tierra fértil para recibir las semillas que Tu lanzas, con la seguridad que la presencia de tu Espíritu Santo en mi vida, las regara con su agua pura y viva para que germinen de una manera poderosa y a veces increíble, que solo por medio de mi fe y tu aliento cumplirán su propósito y darán el fruto que Tu esperas. Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo por tu Palabra que es semilla buena para mi vida. Amén.


Juan Manuel Lamus O.