miércoles, 17 de noviembre de 2021

LA ENTREGA

 

SANTIAGO 4:7-10 Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes. Lávense las manos, pecadores; purifiquen su corazón, porque su lealtad está dividida entre Dios y el mundo. Derramen lágrimas por lo que han hecho. Que haya lamento y profundo dolor. Que haya llanto en lugar de risa y tristeza en lugar de alegría. Humíllense delante del Señor, y Él los levantará con honor. (NTV)

 

De lo que verdaderamente es una vida de entrega total e incondicional a Dios.

Para hacernos servidores útiles en su Reino, Dios desea destruir nuestra terquedad, nuestra vena independiente que pone al "yo" primero. Él no quiere destruirnos; solamente quiere transformar lo que nos impide ser un reflejo de Jesucristo, y al final exaltarnos igualmente que a Él.

 

Una de las cosas que nos resulta más difícil de soportar, es no tener control sobre nuestras propias circunstancias. Pero, como verdaderos seguidores de Jesucristo, así es justo como estamos llamados a vivir. Cristo lo dejó muy claro cuando dijo que debemos negarnos a nosotros mismos y perder nuestra vida por Él (Lucas 9.23,24).

El Señor Jesús es ahora nuestro Amo y Señor, y ya no tenemos derecho a gobernarnos a nosotros mismos. No obstante, no tenemos motivos para temer porque Dios es un gobernante bueno, sabio y amoroso sin límites. Además, si hacemos las cosas según nuestro propio criterio cometeremos errores tontos y tomaremos decisiones imprudentes. Por eso debemos deleitarnos en someternos al Señor, confiando en Él para que controle todos los aspectos de nuestra vida, especialmente nuestro llamado a servir en su Reino.

 

La entrega total e incondicional al Señor es un proceso de dos partes:

1.     La sumisión al Señor requiere resistir al diablo.

2.    Y acercarse a Dios requiere apartarse del pecado, purificar nuestro corazón y modificar nuestra conducta.

Si alguno de estos dos factores falta, entonces no nos hemos entregado ni sometido verdaderamente al Señor como Él desea.

 

En vez de ver la entrega y la sumisión al Señor como algo negativo,

debemos reconocerlas como algo que nos genera una ganancia eterna…

¡¡¡Si nos humillamos ante Dios, Él promete exaltarnos!!!

 

 

CONFESIÓN DE FE:

POR MEDIO DE LOS TIEMPOS DE QUEBRANTAMIENTO, EL SEÑOR ME ENSEÑA UNA GRAN LECCIÓN, LA ENTREGA Y LA SUMISIÓN A DIOS SON LAS QUE HACEN VALIOSO MI SERVICIO PARA ÉL Y LA TRANSFORMACIÓN DE MI VIDA.

 

ORACIÓN:

Padre Celestial, Elohim Kol Basar, Dios de toda carne (Jeremías 32:27). Mi amado Dios y Señor Jesucristo, sé que nos has creado a todos los seres sobre la tierra y demandas que nos conformemos a tus perfectos y buenos planes para nosotros, y yo lo hago sin condición, pues también sé que Tú conoces que es lo mejor para mí. Por eso hoy vengo a darte gracias, Padre Celestial, por enseñarme a través de tu disciplina, pues Tú conoces muy bien mis debilidades y la forma correcta de convertirlas en fortalezas. Sé que puedo decir "heme aquí, dispuesto estoy" ya que en tu perfecto conocimiento e infinita sabiduría me gozo y descanso para llevar a cabo con dignidad y abundante bendición mi vida y el servicio al que me llamaste. Gracias, mi amado Señor y Salvador Jesucristo por tus enseñanzas y tu disciplina; he orado en tu Poderoso Nombre ¡Amén!


Pr. Juan Manuel Lamus Ogliastri